Luis Abinader en las Naciones Unidas

Luis Abinader en las Naciones Unidas

Arturo Martínez Moya

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La crisis haitiana es histórica y tan compleja que, como dijo el presidente Luis Abinader en las Naciones Unidas, su solución no se vislumbra con un liderazgo político dividido, que por sí solo no puede pacificar el país, controlado en buena medida por bandas criminales.

Las palabras de nuestro presidente todavía resonaban entre líderes mundiales cuando, de manera contundente e inesperada, le vino a dar razón nada más y nada menos que Daniel Foote, el enviado especial para Haití de Joe Biden. Presentó renuncia al cargo en protesta por las expulsiones inhumanas de migrantes haitianos desde Del Río, Texas. y por lo contraproducente de retornarlos a un país donde los funcionarios estadounidenses están encerrados en cuarteles seguros, por el peligro de las pandillas armadas.

De la inseguridad, atraso político-económico y pobreza secular, da cuenta la historiografía haitiana, de todos esos males culpa a razones externas históricas, como la destrucción de la economía durante la revolución de doce años (1791/1804), la imposición de la deuda externa por parte de Francia y la ocupación estadounidense.

Aunque es innegable el peso de estos factores, sucesos históricos específicos entretejieron la realidad inconclusa haitiana. Me refiero a la causa de las causas. En el bosque Boys Csiman, propiedad del Estado francés, en 1791 tuvo lugar la asamblea de esclavos africanos y la ceremonia vodú que antecedió el movimiento revolucionario que poco a poco se hizo más violento, hasta lograr la abolición de la esclavitud en 1794, la independencia de Saint-Domingue en 1804 y la nueva nación bajo el nombre taíno de Hayti.

Las evidencias muestran que el liderazgo político y la sociedad haitiana quedaron entrampados, la violencia política ha sido una constante histórica durante las décadas y siglos que siguieron aquellos preciosos acontecimientos históricos, si se quiere un ejemplo reciente lo tenemos en el magnicidio todavía no aclarado del presidente Jovenel Moise.

Como resultado, en lo económico y político la haitiana es una sociedad con enormes retrasos acumulados, porque a diferencia de Cuba, República Dominicana, Puerto Rico, Panamá y América Central, no incorporó los avances del capitalismo. Como carece de fuerza propia para salir del profundo hoyo en que se encuentra, oportuno es el llamado del presidente Abinader para que la comunidad internacional acuda en su auxilio, con la advertencia de que para superar la dramática situación la acción unilateral es insuficiente.

Por la pesada culpa histórica que tienen, Francia y Estados Unidos deben tomar la iniciativa, solo cito que dos décadas después de la independencia Francia exigió una indemnización de ciento cincuenta millones de francos oro, que durante todo el siglo XIX Haití nunca llegó a saldar, deuda que pasó a Estados Unidos a partir de 1915, y que tampoco resolvió.

Y que la ocupación estadounidense de 1915 a 1934 pretendió modernizar las instituciones administrativas y políticas, lo que no logró, a su salida dejó la guardia de Haití que se dedicó a derrocar gobiernos e instalar dictaduras.

La revolución haitiana fue inaudita, singular y radical en extremo para la época, pero los dirigentes políticos fracasaron, nos lo dicen las declinantes cifras del PIB per cápita, en francos francés el de 1900 equivalía a un tercio del de 1790, y en dólares estadounidenses el de 1992 a menos de tres cuarto el de 1986.

Palabras de nuestro Presidente aún resonaban entre líderes

Sucesos históricos específicos entretejieron la realidad haitiana

Revolución haitiana fue inaudita, singular, radical en extremo

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