El lupus eritematoso sistémico (LES) es una enfermedad de carácter autoinmune, sistémica, que se comporta de manera variada en las diferentes poblaciones, en sus manifestaciones clínicas e inmunológicas. La causa es desconocida; sin embargo, los factores genéticos y una respuesta inmunitaria anormal probablemente interactúan para producir la enfermedad.
Al ser una enfermedad sistémica, los órganos y/o aparatos que puede comprometer son múltiples, y entre los más afectados están: las articulaciones, los riñones, las superficies serosas y las paredes de los vasos sanguíneos, así mismo, la afectación renal es una complicación frecuente en esta enfermedad, con una importante influencia en el pronóstico de la misma que aumenta la morbimortalidad de estos pacientes.
Muchos, si no la mayoría de las personas con lupus, presentan alguna alteración renal. A veces los riñones no se afectan en forma seria, pero la “nefritis lúpica” (una potencial complicación del lupus) puede ser muy grave y frecuentemente requiere tratamiento médico inmediato para evitar daño permanente.
En el lupus eritematoso sistémico (LES), el sistema inmune está hiperactivo, produciendo anticuerpos contra los propios tejidos del organismo. Los anticuerpos se combinan con material proteico llamado “antígeno” para formar complejos inmunes. Estos pueden causar inflamación, muerte celular y cicatrización en cualquier órgano, incluyendo los riñones, donde los complejos inmunes pueden ser atrapados por los sistemas de filtración.
Los riñones juegan un papel vital en el funcionamiento del organismo. Remueven los productos de desecho circulantes en el torrente sanguíneo tales como urea, creatinina, exceso de potasio o fósforo. Las personas con daño grave del riñón pueden necesitar diálisis de manera regular. Este es un procedimiento en el que la sangre es limpiada por una máquina filtradora o por el peritoneo del mismo paciente a través de una técnica conocida como diálisis peritoneal. Los enfermos con nefritis lúpica pueden incluso llegar a necesitar trasplante de riñón.
Se estima que, entre el 15 y el 25 % de los casos evolucionan a insuficiencia renal terminal a los cinco años. La supervivencia de los pacientes con LES en hemodiálisis es buena y oscila entre el 68 % y el 89 %, la cual es similar a los enfermos que no se dializan. El trasplante de riñón también presenta adecuados resultados en los pacientes lúpicos, con mínima diferencia con respecto a la supervivencia del injerto a largo plazo.
Los pacientes con cifras de creatinina menores a 2 mg/dl y poca cicatrización en la biopsia de riñón, posiblemente diagnosticados o tratados más tempranamente, tienen mayor probabilidad de conservar la función renal a largo plazo.
Cuando los riñones están inflamados o cicatrizados, su habilidad para retener glóbulos rojos y proteínas, las cuales normalmente se mantienen en el torrente sanguíneo, se ve comprometida, haciendo que estos se escapen por la orina.
En el uroanálisis de una persona afectada por nefritis lúpica, en cualquier grado, puede aparecer hematuria microscópica (sangre oculta), proteinuria, orina oscura, glóbulos blancos, cambios en la densidad urinaria, cilindros y células epiteliales.
La nefritis lúpica presenta pocos síntomas y puede ocurrir de manera silenciosa por un largo periodo de tiempo.