El Teatro Nacional y la Fundación Amigos del Teatro Nacional, a petición presentarán nuevamente este “Concierto a las Madres” el próximo miércoles 8 de junio
La Orquesta Sinfónica del Teatro Nacional, dirigida por el maestro Dante Cucurullo, ofreció un hermoso y variado concierto dedicado a las madres, y al que asistió un numeroso público. La noche musical se inició con la orquesta de cuerdas, interpretando el concierto Grosso “Las cuatro estaciones”, de Antonio Vivaldi, teniendo cada estación un solista diferente, algo poco común que resultó muy atractivo, siendo además interpretadas sin la conducción del director.
La “Primavera” inicia con el “Allegro” que introduce el solista, luego junto al tutti orquestal, saludan la llegada siempre esperada de la estación; escuchamos la tierna melodía “El canto de los pájaros”, con sus trinos y gorjeos.
En el segundo tema el violín solista sugiere la intermitente luz del relámpago, uno de los pasajes más hermosos y demandantes, en el que la joven violinista Laura Linares, muestra buena técnica.
La Estación termina con una “Danza Pastoril” inspirada en sonetos del propio compositor. Con un movimiento lánguido inicia el “Verano”, cada tema de la estación es un canto a la naturaleza, a la vida del campo que la solista Leslie Pérez expresa con armonía. El “Otoño” llega con un festivo movimiento “Baile y canto de campesinos”, ejecutado por un joven de 18 años de gran valía: Eudys Jesús Segura.
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Con la llegada del “Invierno”, el violín de Abrahm Santos se impregna de dramatismo, imita el canto silbante del viento, es la lucha del hombre contra los elementos, una pieza de belleza indescriptible, luego la orquesta con notas en pizzicato alude a la lluvia glacial. El “Invierno” ofrece una oportunidad de lucimiento al solista, que aprovecha y consigue.
La orquesta de cuerdas lució acoplada, cada solista mostró gran talento, sin dudas un auspicioso porvenir les espera. El público aplaudió cada estación, cada solista y a la afinada orquesta de cuerdas.
Luego del intermedio, se integran a la orquesta todos sus músicos, hace su entrada el director Dante Cucurullo e inicia la parte lírica del concierto. La soprano Raquel Payán interpreta de la ópera “La Rondine”, de Giacomo Puccini “, el aria del primer acto “Chi il bel sogno di Doretta”, su cristalina voz se adecúa al lirismo de esta hermosa aria.
De la ópera cómica de Puccini “Gianni Schicchi”, la famosa aria “O mio babbino caro”, es interpretada por la soprano Sibelle Márques Payán, con voz armónica y vibrante.
A continuación escuchamos el segundo movimiento “Andante” del concierto para piano en Do mayor K 467 de Amadeus Mozart.
La hermosa melodía de este movimiento considerada una de las más bellas de Mozart, permite el lucimiento del joven y talentoso pianista Di Blasio Taveras.
El cierre del concierto se convirtió en una apoteosis musical que hizo vibrar al público con “Las Danzas de Galanta” del compositor húngaro Zoltan Zodály, una suite de cinco danzas colorista y llenas de contrastes, inspiradas en las danzas típicas de los “verbunkos”, pueblo romaní, que recrean el color del folclore húngaro.
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La orquesta cobra un brillo extraordinario en cada danza, pautadas por el maestro Dante Cucurullo, cuya labor frente a La Sinfónica del Teatro Nacional ha logrado en poco tiempo que la orquesta vaya escalando un nivel cada vez mayor y a la vez, dando oportunidad a una nueva generación de jóvenes músicos y cantantes a mostrar sus talentos.
El público retribuyó a la orquesta, al director, con prolongados aplausos. Una hermosa manera de honrar a las madres dominicanas..