Madres resilientes

Madres resilientes

José Miguel Gómez

Desde Anacaona, Juana Saltitopa y María Trinidad Sánchez, las madres han tenido presencia en el compromiso de la patria, la historia y las luchas sociales.

En cada estadía y en cada proceso la mujer dominicana ha dado la cara, el puño y el esfuerzo para dejar constancia del empoderamiento, la participación y la heroicidad del sacrificio por los demás.

Décadas atrás, a las madres les negaron los derechos civiles y políticos, los laborales y académicos. El rol de la mujer estaba consignado para cuidar la familia, al marido, labores domestica y la religión. Esas madres eran mujeres anuladas, sumisas, dependientes y pasivas, que la sociedad y la cultura les creaba un sistema de creencia limitado y distorsionado sobre su propia autoestima, su sexualidad, su dignidad y su libertad.

Pese a todas esas adversidades, conocemos de mujeres que, en diferentes épocas, de dictaduras y caudillismo, participaron y construyeron derechos para ellas y sus familias. Esas madres fueron resilientes. Ósea, tener la capacidad para confrontar o superar adversidades, dificultades y crisis en la vida, sin quedarse atrapadas en el dolor o el sufrimiento; logrando salir fuertes, positivas, y optimistas.

Cada experiencia por desagradable que sea, o cada revés de la vida, nos enseña o nos deja una lección y un aprendizaje. Una mujer resiliente continua adelante, luchando y superando cada experiencia.

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Las madres solteras o viudas, viven circunstancias de soledad, de limitaciones y desigualdades que les empujan a sobrevivir a condiciones adversas. Con todas estas circunstancias desfavorables, cientos de madres estudian, trabajan, luchan por sus hijos y sostienen a una familia.

El amor de madre es incondicional, sufre desde la piel al alma, cuando el hijo enferma o padece una limitación o discapacidad; pero su amor, su compromiso y dedicación la empuja a seguir adelante.
Las madres de la posmodernidad, son seres que viven la presión sociocultural y económica del éxito, la belleza, el consumo, el rol de madre, esposa, de gerenciar la productividad y el buen desempeño.

Pese a que la mujer tiene la mayor carga social y familiar, las madres tienen menor salario, menos pensiones y mayor presión psico-social. La resiliencia social y personal se construye pese a las vulnerabilidades y los riesgos psicosociales. Esa autodeterminación en autodiseñarse, empoderarse y madurar cada proceso de la vida, para continuar, fluir y salir airoso de la dureza de la vida, tiene un nombre: resiliencia.

Cuando poseemos la capacidad de afrontar dificultades, limitaciones, miedos, acoso o maltratos y respondemos con trabajo, demandar derechos, mantener la coherencia y lograr propósitos en la vida, se transita por la resiliencia.

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Conocemos muchas madres resilientes que han tenido que superar divorcios, separaciones, viudez, duelos, crisis, migraciones, conflictos, y adversidades. Pero han salido fortalecidas, mejor adaptadas, superadas y renovadas para continuar fluyendo en la vida.

Las madres sufren cuando un hijo tiene problemas de comportamiento; cuando tiene que vivir las divisiones, enemistades y confrontaciones familiares. Las madres siempre trabajan para las actitudes emocionales positivas: amor, compasión, reciprocidad, solidaridad, altruismo, afecto y el perdón.

La actitud de los hijos con sus madres debe ser de bondad, gratitud, reciprocidad, afecto y mantener el modelo de referencia del sistema de crianza. El resultado psicoemocional y social del aprendizaje de los hijos es la inversión de las madres.

Salud y bienestar para todas las madres dominicanas y del mundo.