Maestros

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Claudio Acosta

El dato, publicado ayer por El Caribe en un amplio y bien documentado reportaje, confirma porqué, además de constituir (nunca me cansaré de repetirlo) un atentado contra la educación dominicana, la suspensión de docencia de los maestros en reclamo de un aumento salarial de un 25% es afrentosa y abusiva, pues según el periódico son unos verdaderos privilegiados ya que solo el 5% de los que reciben un salario en este país se equipara con lo que se les paga.

Que todavía no es el salario que se considera digno para un maestro, cuyo sueldo base es de RD$46,212. 32 pero si se suman los incentivos podría llegar hasta los RD$65 mil, es entendible; también lo es que la directiva de la ADP esté molesta por las violaciones a lo pactado el año pasado por parte del ministro Roberto Fulcar, pero eso no les da derecho a sacrificar a los estudiantes, que son siempre los que tienen que pagar las consecuencias de su luchismo insensato y estéril.

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No soy el primero que lo dice ni tampoco seré el último sabido que el gremio magisterial no da señales de que piensa cambiar su método de lucha, y no exagero si digo aquí que en estos momentos, tras verlos paralizar la docencia luego de dos años escolares prácticamente perdidos, se encuentran en el punto más bajo del aprecio público.

¿Y saben qué es lo peor? Que eso no les importa o, por lo menos, se comportan como si no les importara ni les preocupara el amplio rechazo social que genera su comportamiento, el poco respeto que muestran hacia sus estudiantes, los mas pobres y vulnerables, condiciones que contribuyen a perpetuar cuando abandonan las aulas para salir a protestar y reclamar sus reivindicaciones en las calles.

¿A dónde fue la entrega y sensibilidad que uno espera de un educador? ¿Su compromiso con la educación y el futuro de los niños y jóvenes que están formando? ¿Cuándo perdieron la vergüenza? (No acepto el cuento de que era verde y se la comieron los burros).

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