Si finalmente la jueza Miriam Germán Brito se “quema” en la evaluación de su desempeño del Consejo Nacional de la Magistratura (CNM), y no la ratifican para la Suprema Corte de Justicia, la culpa recaerá encima del Procurador General, Jean Alain Rodríguez, cuyo ataque contra la magistrada ha caído bastante mal en la opinión pública, pues arrojó un manto suspicaz a un proceso de selección tradicionalmente controversial.
Distintas voces han pedido al presidente Danilo Medina la destitución de Alain Rodríguez, por entender que cometió un abuso de poder contra Germán Brito, experimentada magistrada que disfruta de reconocimiento público debido a su positiva trayectoria en los tribunales de Justicia.
En lugar de interrogarla, Rodríguez apeló a tres comunicaciones –dos anónimas y una del juez José Gregorio Bautista-, en las cuales puso en entredicho la integridad moral de la jueza, con imputaciones relativas a compras inmobiliarias y su amistad con Víctor Díaz Rúa, uno de los imputados en los sobornos de Odebrecht.
Valiente, Germán Brito se defendió, explicó su patrimonio y reiteró su amistad con el acusado, un vínculo que no arriesga el proceso judicial de Odebrecht, por cuanto en su momento ella se inhibió de presidir el tribunal del caso. Según se afirma, el procurador sospecha que ella asesora a la defensa del imputado.
De todas maneras, la evaluación del CNM no era el escenario apropiado para sacar a relucirla vieja enemistad entre Rodríguez y Germán Brito por el tema de Odebrecht. Díaz Rúa calificó la actuación como “una bajeza”, mientras la vicepresidenta Margarita Cedeño la atribuyó a razones de género.
Si Germán Brito pierde la evaluación para seguir en la Suprema Corte por la mala actuación del procurador, lucirá como una componenda oficial para sacarla del Poder Judicial. Y eso es grave.