No sé de quien fue la idea ni me interesa saberlo, pues así no tengo problemas en reprocharle al perpetrador innominado la infeliz ocurrencia, aunque sí debo recordarle, porque evidentemente lo olvidó, que la lucha por el 4% para la educación culminó con una conquista social innegociable, independientemente de que buena parte de esos recursos se hayan invertido inapropiadamente, haciendo posible que se dieran banquete los políticos con aspiraciones presidenciales a los que se puso a administrarlos y los empresarios que hacen negocios con el Estado dominicano, que a veces son los mismos.
El rechazo que recibió la propuesta de transferir fondos del Ministerio de Educación a otros organismos, al que ayer se sumaron mas de veinte instituciones y organizaciones de la sociedad civil, no podía ser ignorado por el Gobierno, que había hecho caso omiso a los señalamientos de que violaría la Constitución, sin darse cuenta de que tocó una tecla que nunca debió haber tocado.
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Eso lo obligaba a recordar que rectificar, cuando se toma una mala decisión, es de sabios, así como es de buenos gobernantes mantener sus oídos siempre atentos a los latidos del corazón del pueblo para actuar en consecuencia. Y efectivamente, así sucedió. Anoche el portavoz Homero Figueroa anunció que se desistía del propósito, con lo que el Gobierno se ahorró las consecuencias, sobre todo las electorales, pues uno de los primeros efectos de rebajar esos recursos habría sido la pérdida de apoyo de la clase media, que resultó decisivo para que el PRM y Luis Abinader Corona ganaran las pasadas elecciones.
Por eso sorprendió que los funcionarios que promovían la iniciativa actuaran como si no supieran lo que está en juego; o, peor todavía, como si no les importara que con la impopular decisión le habrían cortado las alas a la reelección del presidente Abinader, que si bien es cierto no ha dicho con palabras que la desea, su lenguaje corporal y sus acciones indican claramente que, mas que desearla, la golosea.