BOISE, Idaho, EE.UU. Las aspiraciones de Marco Rubio de llegar a la Casa Blanca se ven amenazadas por la incursión de Donald Trump, alguien ajeno a la corriente política tradicional, y la consiguiente crisis de identidad del Partido Republicano.
El senador de Florida ha tenido problemas para reconectar con los votantes que le enviaron al Capitolio hace seis años como favorito del tea party y en cambio les ve alimentar la campaña de Trump y la de su principal rival en las primarias republicanas, el senador por Texas Ted Cruz.
Sin embargo, al verse en manos de republicanos más tradicionales, Rubio tampoco ha logrado aprovechar el poderío financiero y organizativo de la vieja guardia del partido, deseosa de desbaratar la campaña de Trump. Algunos partidarios de candidatos ya retirados como Jeb Bush se mantienen a la espera, mientras que otros han apoyado al gobernador de Ohio, John Kasich.
E incluso en los lugares donde Rubio se ha hecho con los pesos pesados tradicionales, los votantes no siempre han hecho lo mismo. Rubio insiste en que se siente “muy bien con el mapa con vistas al futuro”, y en una entrevista con Associated Press el domingo por la noche dijo creer que los votantes de todo el espectro republicano quieren “un mensaje optimista de conservadurismo”, y no sólo “ira y frustración”. Pero el resultado por ahora de la postura de Rubio son dos victorias en 20 primarias estatales, la segunda el domingo en Puerto Rico.
Ahora debe ganar la primaria del 15 de marzo en su estado natal, donde los sondeos sugieren que Trump sigue bien posicionado como para hacerse con el premio gordo de 99 delegados para el ganador. Rubio no quiere mostrarse como una figura de la corriente tradicional, pero tampoco como una figura externa incapaz de conseguir resultados. “Sólo llevo cinco años en el Senado y he cumplido mis promesas de pelear duro contra el status quo, y por eso me presento a presidente”, afirmó.
El senador mostraba confianza mientras trasladaba su campaña de Puerto Rico a Idaho antes de volver a Florida, tras sufrir varias derrotas del Supermartes al sábado. “Vamos a ganar en Florida”, prometió, antes de la “larga pelea” por los delegados que seguirá a los comicios en su estado. Aun así, su dilema es evidente. En Wichita, Kansas, afirmó: “Todas las instituciones tradicionales en Estados Unidos les están fallando” y mencionó “los medios, la educación superior… las grandes empresas… y, por cierto, sus políticos y partidos políticos”.