“Oye, Píndaro… ¿Por qué caminas de lado?” –pregunta Kutico-… a lo que recibe como respuesta: “¡Porque, si camino de lado, me puedo dar el lujo de poder entrar a vivir la experiencia de los marginados en nuestro país, ya que voy a caber por las brechas existentes!”.
“¡Qué cuento es ese!” –le responde Kutico-… “Aquí, más de la mitad de los hogares urbanos viven en la pobreza, pero eso no quiere decir que vivan marginados…”. De inmediato, salta la pregunta: “¿Y, cómo es eso de que ‘eso no quiere decir que vivan marginados’? –cuestiona Píndaro-… Y, la respuesta no se hace esperar: “Es que no es lo mismo pobreza que marginalidad”.
“La pobreza no es simplemente generada por ganar poco y no poder enfrentar las necesidades fundamentales para vivir… La pobreza, tiene sus raíces en unos desequilibrios brutales, entre los cuales se encuentran la exclusión social, la falta de poder, la vulnerabilidad y, desde luego –aparte de otras condiciones de origen político, social y cultural- la marginalidad. Así pues, la marginalidad es una de las condiciones que llevan a la pobreza”, comenta Kutico.
“Entonces… –pregunta Píndaro-, ¿Cómo es posible que con mecanismos como el plástico que garantiza montos mensuales para el gas, la luz, etc., se pueda seguir aumentando la marginalidad y estimar que se reduce la pobreza?”… “Espera…espera… espera… -interrumpe Kutico-, ¿Quieres decir que, a pesar de mantenerle a un sector -cada vez más amplio- un ingreso fijo mensual para supuestamente reducir sus necesidades, sigue aumentando la pobreza entre grandes sectores de nuestro pueblo?”.
“Efectivamente, -exclama Píndaro-… Y, lo perjudicial es que, otros sectores que están supuestos a trazar las pautas de organización y métodos para la legalización entre nosotros los ciudadanos, de forma paralela se otorga mensualmente montos de un tamaño brutal para ‘planes sociales’ cuyo destino nunca se cuestiona”.
Y, como si le hubiera picado un mosquito causante del Zika, Píndaro salta de su silla y, mirando fijamente a Kutico, le refiere: “La pobreza, tenemos que verla vinculada directamente a la mala nutrición, la mala salud, niveles cuestionables de alfabetización, servicios básicos en la cuerda floja y, lo que es peor, inseguridad rampante, que ha llevado hasta el extremo de afectar a familias completas…. Hay una brecha de poder entre sectores de nuestro país que está creando que, por un lado, haya un inmenso sector cuyas necesidades ya no son el sólo comer, sino el utilizar lo poco que le ingresa para actividades que son alimentadas por un deseo interno que, a la postre, terminan en un enfermo efecto demostración que, lamentablemente, nunca desaparece sino que se alimenta.
Por otro lado, otro segmento de la población que ve con mucha ojeriza que, mientras ellos se tienen que quemar las pestañas y “guayar” la yuca al máximo para sobrevivir, a otro segmento de la población se le alimenta con la vagancia y el ingreso fácil, además de que la única ventaja tangible es el voto en cada elección”.
“Entonces -pregunta Kutico-, si hay tanto dinero rodando por ahí… ¿Por qué se mantiene fuerte la marginalidad?”
“Es que hay varios tipos de marginalidad en este Siglo XXI –expresa Píndaro-… Lo tradicional es la marginalidad que se ve abiertamente en aquella parte de la población que vive en la orilla de los ríos… cañadas… Pero, hay dos nuevas modalidades de marginalidad que, tristemente, están marcando signos de debilidad de nuestra población y que, a duras penas, se les enfrenta: La primera marginalidad es aquella que se origina con la exclusión a la que son sometidos miles de estudiantes en nuestras aulas, a todos los niveles; la otra, es aquella que es fomentada por un segmento de la población que, por el hecho de querer ‘escalar’, es capaz de llegar a provocar desgracias, robar y extorsionar, con tal de creer que eso les permitirá un estilo de vida que les ayudará a codearse con sectores que tradicionalmente han logrado crear bases sólidas a través de la educación y el trabajo honrado, encontrándose con la triste realidad de que esto les excluye y los margina, en lugar de incluirlos”.
“La marginalidad, es una enfermedad que corroe y erosiona el sistema. Es provocada y, a la vez, es lamentablemente asimilada. Ojalá y cada uno de nosotros pusiera de su parte para aportar su cuota de responsabilidad en proyectar la verdad y el sentido común en su diario proceder”.