El pequeño edificio de APEC, dedicado al arte y a la cultura, entre otras exitosas actividades se distingue en exhibir muestras de fotografías y de reportaje fotográfico, como un verdadero sello. Ahora, la fecha requería una presentación sobre el carnaval, y la tenemos: una exposición de Mariano Hernández nos deslumbra, y por cierto cada despliegue de sus obras permite redescubrir su genio. Así, “Carnavalum” agrega un florón a su corona.
La inauguración, gracias a Mariano y a Silvia, su eficiente esposa, sin que olvidemos la colaboración institucional y a Carlos Sangiovanni -director cultural y él mismo artista-, llevó al máximo el ambiente carnavalesco, con lluvias de confetis, obsequio de antifaces y la actuación fabulosa de disfrazados hilarantes.
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El arte de Mariano
Mariano Hernández fotografía el arte… a través del arte de la fotografía, que valga la redundancia… Teatro, pintura, dibujo, escultura, instalación, carnaval, su lente ágil y conocedor los capta inmejorablemente, dejando documentos perennes.
Mariano Hernández es un maestro –aunque esta calificación no le agrada-, que ha perennizado entonces esa transfiguración sorprendente que es la escena carnavalesca. Indudablemente siendo su mayor especialista en la República Dominicana y también en el Caribe, este género, esta categoría tan esencial de la identidad cultural, le ha ganado una reputación internacional, entre muestras, series, videos, publicaciones e invitaciones.
Reportero y artista, testigo y creador, Mariano Hernández transmite, con sensibilidad y esmero, la simbiosis de realidad y ficción inseparables, que define el carnaval.
Ojo y lente expertos, inagotables, apasionados, de Mariano Hernández, captan admirablemente esta mezcla de tradición ancestral e innovaciones asombrosas aun, ¡hay que decir la verdad!
Carnaval y Carnavalum
Sabemos que, en el Carnaval, el cuerpo entero es un territorio de arte, transformado física y psicológicamente. Se mueve, se detiene, marcha, baila, solo, en grupo, al compás de la música estridente y de ritmos interiores. Sobresale entre capas pictóricas, adornos, accesorios, atuendos, extraños y vistosos siempre.
La exposición, titulada “Carnavalum”, destaca estas propiedades y rasgos inconfundibles, provocando cada fotografía una reacción. Ninguna nos deja indiferentes y, aunque no dispuestas en un orden geográfico -no era necesario-, las vamos mirando y descubriendo … paso a paso, caminando como miembros de una comparsa de visitantes.
Observamos que hay evolución, desarrollo y metamorfosis. No se ha perdido una tradición local, secular y afroantillana, pero se enriqueció por la creatividad popular contemporánea. Interviene la habilidad del artesano -¡los hay especialistas! -, además de la ingeniosidad natural de la gente, desde la niñez… Los niños nos encantaron.
Expresa Juampa, teórico y figura estelar de la fiesta carnavalesca: “Lo importante es la base creativa, no los lujos que pueda llevar el disfraz. Con cualquier elemento se puede trabajar: botellas vacías de plástico, vainas de acacia que aparecen en la calle…”
Mariano Hernández se apodera del disfraz, cualquiera que sea, le confiere una segunda vida. Y esta nos conquista. Espontáneamente y por experiencia, construye el espacio, fortaleciendo un impacto global como era de esperar…
El carnaval se renueva
Fantasía criolla triunfante, tocados estrambóticos, adornos surrealistas, peinados impactantes, maquillajes insólitos transforman a los protagonistas. Los disfraces siguen perteneciendo a identidad y personajes criollos, sin embargo, se han introducido semblantes externos, “formidables”, casi espeluznantes.
Así, vemos varias máscaras, enormes, barrocas, agresivas, de colores chillones, tan provocativas que los enmascarados nos infunden miedo… La creatividad exuberante, donde el legado ancestral conserva gestos, ritmos, ritos, reivindica una riqueza étnica y estética casi ilimitada.
Por cierto, para que la exposición aumente su vitalidad, han colocado en soportes, varias máscaras impresionantes, verdaderas piezas de arte popular.
No sabemos quién ha realizado el montaje de la exposición, y tal vez Mariano es, en parte o totalmente, su autor… El resultado es óptimo, colocando los cuadros y sus respectivos protagonistas, para hacer un circuito … que nos “obliga” a disfrutar cada imagen.
Coda
Justo es afirmar que el repertorio visual de Mariano Hernández posee una expresión y una fuerza poderosísimas, coexistiendo concentración y frenesí aunados, hallazgos propios e incontenible sincretismo visual del arte popular – real-maravilloso, surrealista y extravagante-.
Los cuadros expuestos convierten naturalmente el instante y enfoque de la fiesta callejera en una resultante estética, en una apropiación que reinventa el carnaval, volviéndolo “marianista”.
Un aplauso para Mariano, con su nombre basta. Es reportero, documentalista, testigo, artista, folklorista, “historio-fotógrafo” del carnaval, y nos brinda en APEC una exposición estupenda.