“Cuando pinto me desconecto del mundo exterior, empiezo a conocerme a través del óleo y el lienzo. Con los colores y las texturas, logro expresar sentimientos y anhelos de mi interior. Me inspira la naturaleza, la espuma sobre la arena, un cielo muy azul o una tarde lluviosa, la música y las películas clásicas”…(Marlene Molina, 2022).
¡Marlene Molina: Desde Adentro!. El mercado del arte en Santo Domingo, transita una etapa tan crítica y aflictiva que, al menos durante las últimas dos décadas, le emplaza y petrifica ciertamente al borde del colapso. Y está claro que el mercado del arte local no puede absorber el gran número de creadores (profesionales y autodidactas) que se aventuran por el ejercicio de la imaginación y apuestan a los requiebros, azares y añagazas del sistema artístico a nivel global.
Sin embargo, aquí se advierte que algunas plataformas tradicionales y emergentes como la Bienal Nacional de Artes Visuales; el Concurso de Arte Eduardo León Jimenes; el Premio de Pintura de Casa de Teatro y el Premio Diario Libre de Arte Contemporáneo, propician ciertas oportunidades de visibilidad y proyección para la producción de los artistas plásticos y visuales dominicanos de las más recientes generaciones.
He aquí un ejemplo revelador. En la inolvidable exposición de las obras premiadas y seleccionadas de la 4ta. edición del Premio Diario Libre de Arte Contemporáneo (2019), una sutil, atractiva y elocuente obra pictórica titulada “Mistic River”, presentada por la novísima y prometedora Marlene Molina (Santo Domingo, 1992), llamó la atención positiva de los organizadores, galeristas, coleccionistas, especialistas y espectadores que visitaron la muestra en la Galería Arte Berri.
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En los últimos tres años, el breve proceso de desarrollo que ha seguido el trabajo pictórico de Marlene Molina, además de un imprevisto, resuelto y refrescante abrazo a la práctica pictórica, nos permite asistir otra vez al instante maravilloso de la transformación de un interesante presentimiento en una nueva, ardiente y legítima profecía artística en Santo Domingo.
Este sentir se torna irreversible ante las siete obras de Marlene Molina incluidas en la exposición colectiva “Convergentes”, presentada en el mes de noviembre del pasado año 2021 en la Sala Paul Giudicelli de Casa de Teatro. En estos ejercicios de refinada factura, conmovedora sinceridad expresiva y siempre cargados de un intuitivo contenido simbólico, la superficie pictórica se materializa como un todo quimérico, fluido, espontáneo y emotivo.
Marlene Molina estudió diseño de interiores en la Universidad Católica Santo Domingo. Entre el 2015 y el 2018 realiza diferentes cursos de dibujo, costura básica y composición en Chavón La Escuela de Diseño, afiliada a la Parsons School of Design de Nueva York. En su pintura, los principios formales, técnicos y conceptuales del hecho plástico, laten disueltos y esclarecidos a través de un brillante y cautivador juego de manchas, gestos y veladuras de entusiasta y efectiva simplicidad.
En su vital y progresivo abrazo a los fundamentos de la práctica pictórica, Marlene Molina, asimila y transmuta con personal lucidez y refinada sensibilidad, algunas de las poéticas pictóricas capitales de las vanguardias estéticas del siglo XX, tales como el Expresionismo Abstracto; la Abstracción Lírica; la Abstracción Pospictórica y el Minimalismo.
Y es que los trabajos pictóricos de Marlene Molina, donde el color y únicamente el color nos sumerge en una experiencia visual, sensorial y placentera de celajes, emociones y sensaciones incesantes, igual a la desatada por la ilusión, la ensoñación y el deslumbramiento, resultan sencillamente expresiones procesuales fragmentarias, radicalmente abstractas y de asombrosa capacidad seductora que sólo operarían, plena y efectivamente,ante el silencio absoluto; la capacidad sensitiva y la mirada despejada de su contemplador.
Los trabajos recientes de Marlene Molina, evidencian una apuesta eufórica y entrañable por la libertad expresiva; los sutiles juegos texturales y las armonías de las conjugaciones cromáticas. Estas obras no contienen mensajes sociales, culturales o místicos. Su operatividad estético-simbólica se manifiesta efectivamente en su autonomía significativa. Son obras basadas únicamente en el color, la materia y la gestualidad textural ante las cuales ya no se puede hablar de formas transfigurales, sino de territorios cromáticos absolutos que estallan como cifras cristalinas de las experiencias vitales y los más efusivos estados emocionales de su creadora.
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Asimismo, la práctica pictórica de Marlene Molina, trasluce sus íntimas indagaciones sobre los conceptos de superficie, color-luz y profundidad. Desde y a través de estos territorios, ella materializa una nueva aventura de la visión y percepción de lo invisible, mediante unos juegos de pinceladas, gestos y matices tonales de electrizante potencial sugestivo, donde los rosados, verdes, azules ultramarinos, arreboles, grises, bermellones y anaranjados, tiñen y desbordan los espacios iridiscentes, enrarecidos y fascinantes del sentido de la tierra; el mar y el aire de las islas; las nubes, la arena y el salitre; las estaciones, auroras, crepúsculos, horizontes y destellos espirituales de la existencia…