Si nos preguntamos, ¿qué lleva a un individuo cometer un crimen sin sentir miedo o compasión por otra persona? debemos hablar de psicópatas y psicopatía. Esta condición humana es considerada como un trastorno antisocial de la personalidad, en especial se caracteriza por una alteración del carácter o de la conducta de una persona.
Según una especialista forense, quien pidió resguardar su nombre porque trabaja para una agencia privada en Estados Unidos y vino al país para estudiar con detalle todos los pormenores del caso Emely Peguero, y el comportamiento psicosomático de Marlon Martínez, quien expresa una conducta criminal profundamente definida.
La experta en psicología forense afirma, que uno de los signos delatores que contempla la ciencia del lenguaje no verbal, es aquel donde el individuo aprieta los labios de manera inconsciente antes de pronunciar algunas palabras durante el interrogatorio, para no decir la verdad y eso fue lo que en múltiples ocasiones hizo Marlon Martínez.
Este simple detalle al igual que bajar la mirada divagando, tragar en seco, mirar de manera fija para tratar de engañar los jueces fingiendo que dices la verdad, es lo que puede registrar una necesidad inconsciente de retención de algo que el psicópata no quiere comunicar.
“Naturalmente, el crimen fue premeditado y con tiempo anticipado. Marlon venía planeando paso a paso cómo hacerlo y quedar impune. Al asesino de la menor al parecer le olvidó que no hay crimen perfecto y que la vida real no es como en las películas”. Afirmó la experta en la conducta humana.
“Durante todo el interrogatorio el homicida dio las señales de un psicópata que pensó detenidamente cómo cometer el crimen, se mostró desafiante ante los jueces, con miradas profundas y totalmente relajado como si nada hubiera pasado, comportamiento típico de un asesino con frío semblante”, expresó la forense.
El asesinato de la adolescente embarazada puso el foco sobre el terrible número de feminicidios en República Dominicana, hecho cometido por la brutalidad y la implicación de una funcionaria y dirigente política. Este caso conmocionó un país en el que hay un promedio de 200 feminicidios anuales según el Fondo de Población de las Naciones Unidas (UNFPA).
La muerte de Peguero fue uno de los 153 homicidios de ese tipo perpetrados entre enero y agosto de 2017 según los datos de la Procuraduría General de la República. Algunas activistas feministas temen que las cifras podrían ser más altas.
El caso, ocurrido a finales de agosto del 2017, ha seguido en el centro del debate público y encendió las alarmas sobre los terribles casos de asesinatos de mujeres y los puso en la agenda política y en la de los medios de comunicación.
Según el Observatorio de Igualdad de Género en América Latina y el Caribe (OIG), un organismo de Naciones Unidas, cada día mueren en la región un promedio de 12 mujeres «por el simple hecho de serlo».
Las tasas más altas a nivel regional corresponden a El Salvador y República Dominicana. En términos de números absolutos, Argentina y Guatemala se ubican en segundo y tercer lugar, con más de 200 feminicidios de acuerdo al organismo.
El informe forense del Inacif practicado al cuerpo en descomposición de la adolescente, determinó que las causas preliminares de la muerte fueron hemorragia interna del útero por aborto inducido y golpe contundente en la cabeza de la jovencita.