El mayor auge del tema deportivo en el ámbito de la literatura universal ocurre a todo lo largo del siglo XX, gracias a textos de grandes escritores que hicieron de la popular actividad física, una de sus mejores fuentes de inspiración, tendencia que se ha mantenido en lo que va del presente siglo.
En un enjundioso ensayo denominado “El Deportes es cultura”, el novelista y narrador cubano Alejo Carpentier, afirmó que en el siglo XIX, tan rico en manifestaciones literarias de toda índole, los escritores demostraron poco interés por el deporte y la palpitación colectiva unánime de los estadios.
Para el autor de “El Reino de Este Mundo”, fueron los narradores norteamericanos y franceses quienes dieron una expresión literaria al deporte en el siglo XX. Y puso como ejemplo de los primeros a Henry Montherlant, y de los segundos, a Ernest Hemingway.
Desde el restablecimiento de los Juegos Olímpicos, surgieron preocupaciones intelectuales, pero no fue hasta los Juegos de Estocolmo, en 1912, que se logra conectar el deporte con la creación literaria, consciente de que lo habían significado los antiguos juegos panhelénicos en el marco de la literatura griega.
Para algunos especialistas la verdadera consagración literaria del deporte llega con los Juegos Olímpicos de París en 1924, que atraen a grandes personalidades mundiales como Gabriel D’ Annunzio, Paul Claudel, Paul Dukas, Maurice Ravel, Arthur Honnegger, Jean Giraudoux, André Dunoyer, quienes figuraron como jurados de los certámenes de arte que se incorporan a las competiciones deportivas.
También en esos tiempos se destacan las creaciones de autores europeos que escribieron obras importantes sobre temas deportivos: Jean Cocteau, Paul Morand, Arthur Cravan, Pierre Reverdi, F. T. Marinetti, Jean Prevost, Guillaume Apollinaire, entre otros.
La producción de textos deportivos de autores contemporáneos ha tenido un ritmo vertiginoso. Entre estos hay varios que por la calidad de sus obras completas, han obtenido o han sido nominados, a premios tan importantes como el Nobel, el Cervantes y el Príncipe de Asturias, entre otros reconocimientos.
En un apretado listado se pueden mencionar los nombres de un grupo de ellos con sus textos deportivos más emblemáticos: Ernest Hemingway (Cincuenta de a mil); Albert Camus (El Fútbol); Miguel Hernández (Elegía al guardameta); Rainer María Rilke (Del Gall, himno a la pelota); Jorge Gillén (Carrera); Julio Cortázar (Último Round); César Vallejo (El Momento en que el tenista…) Miguel de Unamuno (Deporte y Literatura).
Además, Horacio Quiroga (Juan Polti,half-back); Vicente Huidoro (Aeroplano); Pablo Neruda (Oda a la bicicleta); Jorge Luis Borges (El Ajedrez); Antonio Machado (Proverbios y Cantares); León Felipe (El salto); Norman Mailer (La noche más larga: Alí-Frazier); Gerardo Diego (El balón de fútbol); José Martí (Una pelea de premio); Arthur Cravan (Silbato); Nicolás Guillén (Los míos, mis campeones); Vicente Aleixandre (Retrato); Rafael Alberti (Nadadora).
En síntesis, hay que estar conteste que el deporte como tema literario, constituye una realidad de alto relieve, lo cual ha quedado demostrado en muchas páginas brillantes, bajo el cedazo e inspiración de las más ilustres figuras de las letras contemporáneas.