PORT ST. LUCIE, Florida. Habría sido difícil para cualquier observador en los terrenos del Clover Park el pasado viernes preocuparse por el estado de salud de Ronny Mauricio.
Durante las prácticas de bateo, el dominicano conectó varios jonrones desde el lado derecho del plato. Minutos después, siguió conectado cuadrangulares desde el lado izquierdo.
“Ha pasado mucho tiempo”, dijo Mauricio unos días después en el clubhouse de los Mets.
“Por fin veo la luz al final del túnel. Estoy emocionado por ese momento en el que pueda regresar”.
De cierta manera, Mauricio se ha convertido en el “hombre olvidado” de los Mets.
Firmado como una de las promesas internacionales más importantes en la historia de la franquicia en el 2017 cuando tenía 16 años, Mauricio ascendió rápidamente en las listas de prospectos y, tres años después, llegó al puesto número 1 en el ranking de los Mets de MLB Pipeline.
A medida que cobró fuerza y empezó a destacarse en las ligas menores, su fama fue creciendo.
De cierta manera, Mauricio se ha convertido en el “hombre olvidado” de los Mets.
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Pero todo cambió cuando sufrió un desgarro del ligamento cruzado anterior en la rodilla derecha mientras jugaba béisbol invernal, lo que requirió de una cirugía de peso.
Su recuperación se complicó cuando, en agosto, tuvo que someterse a una segunda operación artroscópica para remover unos tejidos cicatriciales.
Durante los últimos 15 meses, Mauricio ha estado en rehabilitación.
A pesar de estos contratiempos, el talento de Mauricio sigue siendo evidente.
Con una estatura de seis pies y tres pulgadas y un peso de más de 200 libras, su poder al bate se puede comparar con el de Pete Alonso.
Con apenas 23 años, sigue siendo un año y medio más joven que Mark Vientos. Terminó la temporada pasada como el prospecto número 6 en el sistema de los Mets de MLB Pipeline y está cada vez más cerca de demostrar su verdadero potencial nuevamente.