Londres. La primera ministra británica Theresa May no quiso responder este jueves al ataque directo que recibió de Donald Trump por unos tuits antimusulmanes del presidente estadounidense, y afirmó que las relaciones bilaterales tienen prioridad.
Downing Street había reprochado el miércoles a Trump el «error» de difundir en las redes sociales unos videos de la organización ultraderechista británica Britain First, atribuyendo actitudes violentas a los musulmanes.
A Trump le sentó mal la regañina e instó a May a meterse en sus asuntos: «Theresa May, no te centres en mí, concéntrate en el terrorismo radical islámico en el Reino Unido. A nosotros nos va muy bien», escribió el presidente en Twitter.
Este jueves, en Jordania, May insistió en que difundir material de la organización extremista fue «un error» de Trump, pero dio a entender que no perjudicará a las relaciones bilaterales: «como primera ministra dejo claro que la relación con Estados Unidos debe continuar».
«Es una relación perdurable por existe porque es del interés nacional de ambos», aseguró May. El rifirrafe llega en un momento en que Londres está necesitado de grandes aliados alternativos a la Unión Europea, y confiaba en Estados Unidos, con quien presume de mantener una histórica «relación especial», la expresión que se usa para la relación bilateral.
Sin embargo, no son los primeros ataques de Trump al Reino Unido. El presidente se ha enzarzado ya en diversas ocasiones con el alcalde musulmán de la capital británica, Sadiq Khan.
La ministra de Educación británica Justine Greening, la primera miembro del gobierno en comentar el asunto este jueves, trató de minimizar el incidente. «Al final, nuestra relación con Estados Unidos tiene una longevidad que sobrevivirá después de que los presidentes vayan y vengan», dijo Greening a la radio BBC.
«No estoy de acuerdo con el tuit del presidente Trump, pero también creo que no debería distraernos de nuestra agenda doméstica, ni distraernos de la estrecha relación que el Reino Unido ha tenido durante muchos, muchos años, y seguirá teniendo, con Estados Unidos», añadió.
La ministra de Interior, Amber Rudd, repitió que Trump había cometido «un error al retuitear los videos», durante una sesión parlamentaria especial para debatir lo ocurrido, pero insistió en que las relaciones bilaterales deben primar.
«Puedo asegurar a la cámara la importancia de la relación entre los dos países. El intercambio sin parangón de información de inteligencia es vital, indudablemente ha salvado vidas británicas. Ese es el conjunto general, e insto a la gente a no olvidarlo», dijo Rudd.
May cortejó a Trump en cuanto éste asumió la presidencia con la esperanza de alcanzar algún día un gran acuerdo comercial, y le invitó a realizar una visita de Estado al Reino Unido, la más alta protocolariamente, en la que el huésped se aloja en el palacio de Buckingham y es objeto de grandes fastos. Sin embargo, la posibilidad de una visita, que hubiera debido producirse en 2018, levantó una polvareda y sigue sin tener fecha.
Hasta cuatro diputados le pidieron a Rudd en sus intervenciones que cancelara la visita definitivamente, pero lo descartó: «la invitación se extendió y se aceptó», se limitó a contestar. El alcalde de Londres aseguró que «está cada vez más claro que cualquier tipo de visita oficial del presidente Trump al Reino Unido no sería bienvenida».
Las acciones de Trump, añadió Khan, «son una traición a la relación especial entre nuestros dos países». «La primera ministra de nuestro país debería usar la influencia que ella y su gobierno afirman tener en el presidente y su administración para que borrara esos tuits y disculparse ante los británicos», sostuvo el alcalde.
La polémica ha puesto el foco en la organización ultraderechista Britain First, cuya segunda dirigente, Jayda Fransen, publicó los polémicos videos retuiteados por Trump. Britain First es legal, pero el gobierno británico ha estrechado el cerco en torno a organizaciones similares desde el asesinato en junio de 2016 de la diputada Jo Cox por un militante de extrema derecha.
«Cuando el presidente de Estados Unidos promueve a la vicelíder de una organización de extrema derecha, facilita que otros sigan el ejemplo de ella… e incluso que vayan más allá», escribió en The Guardian el viudo de la diputada, Brendan Cox.