Creyéndose el dueño de sus vidas, Carlos Julio Campusano Arias asesinó a Mayra García Mordán y a María Juana Ortiz Portorreal disparándoles a quemarropa. En una acción cobarde, las mató para que no estuvieran con alguien más.
Mayra era su esposa y María, al parecer, la amante. El quería estar con las dos, algo que no quiso aceptar su esposa y, aunque desde hace tiempo había dicho que mataría si alguien se metía, solo le aconsejaron que “buscara de Dios”. Nadie pensó, sin embargo, en acudir a la Justicia.
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“El demonio siempre deja un pajarito ahí que le va carcomiento el cerebro”, explicó Víctor Alfonso García desde el centro en el que se recupera de la herida que recibió cuando intentó evitar que su padre asesinara a su madre y, además, al guardián Basilio Lebrón Pinales.
Este triple crimen, terrible, nos demuestra una vez más que quien va a matar, sobre todo cuando amenaza, cumple. Por tanto, hay que tomarlo muy en serio, en especial si es un “macho macho”: él te obligará a aguantarle todo si quieres seguir viva.
Esto le puede pasar a cualquier mujer. Por ello, urge educar. Cortemos el maldito círculo de la violencia. Los hombres tienen que aprender a “dejar ir” y las familias a denunciar. Nunca olvidemos que quien golpea hoy puede matar mañana.