“Hace unos 25 años –le comenta Herminio a Píndaro-, teníamos en casa un ser muy especial, cuya responsabilidad era mover a todos los pequeños de la familia en un vehículo para ello… Me gustaba el que siempre tenía una sonrisa en su cara, sin importar el momento… Era, y sigue siendo, un hombre de profundas creencias cristianas… En casa, nuestros hijos disfrutaban el saber que, en sus ratos libres, ya ‘se la buscaba’, junto a su esposa Zoila, con un carrito que usaba para vender sándwiches de pierna de cerdo hasta la medianoche… Recuerdo que uno de sus hijos había tomado la decisión de ‘volar’ a EU y estaba trabajando ‘con todas las de la ley’, como es natural para el que quiere progresar en ese país… ¡Me pidió!, exclamó un día, mientras una alegría interior traspasaba su piel ante nosotros… Tenía ya sus 50 años cumplidos y aún tenía muchas aspiraciones de crecimiento personal y familiar… Había nacido en San Francisco de Macorís y, desde muy pequeño, mostró habilidades que quería llegar a desarrollar y perfeccionar”.
Puede leer: Significado del año nuevo lunar chino
“¿Y cómo te las arreglaste con él cuando te dijo que su hijo lo había pedido?” –le cuestiona Píndaro-… “Nunca tuve palabras para él –responde Herminio-, pues mi admiración siempre la contuve pues quería evitar desilusionarme al haber tantos casos de dominicanos que nos han dejado y, por variadas razones, se ven forzados a regresar… Afortunadamente, este no fue su caso… El 12 de mayo del 2012 pisa una tierra extraña para él y, con orientación de su hijo, ya nacionalizado norteamericano, se enrola como trabajador en las duras faenas de una fábrica en lo más frío de Ohio, mientras “en sus ratos libres” empieza a conocer la profundidad de la mecánica que siempre le fascinaba, haciendo pequeños trabajos y aprovechando para crear su propia clientela –como nos narra-… Se mantuvo investigando sobre los formatos de talleres hasta que, luego de tener un proyecto personal de compromiso, ¡decidió dar el paso de independizarse!… Todavía le quedaba lograr dominar un idioma que para él era totalmente nuevo, pero que sabía necesitaba para garantía de crecimiento… Su norte siempre fue el de garantizar una mejor calidad de vida para su familia”.
“Su éxito ha sido de tal magnitud –expresa Herminio- que, desde su partida, ha logrado regresar cinco veces de paseo al país que lo vio nacer… Siempre nos visita y, según nos cuenta, estando allá y aún teniendo su ciudadanía norteamericana, se sigue sintiendo un inmigrante, pero en su corazón late su dominicano espíritu de lucha que, como testimonia, eso le ha hecho crecer en la vida ya que no hay nada mejor que nuestro país de origen”… “¿Y, cómo le ha afectado el sentirse lejos de sus viejas amistades en su tierra natal?” –cuestiona Píndaro-… “Arnaldo –cuyo apellido es Ventura-, ha tenido la noble naturaleza de no sentirse nunca por encima de sus posibilidades humanas –comenta Herminio-, y, en su empeño por dar un ejemplo de su periplo por la vida, sigue fiel a sus principios y fortalece sus valores en sus familiares y clientes con los que convive cada día”… “Nunca he olvidado, ni olvidaré, mi origen –exclama Arnaldo emocionado, cuando le contactamos-… Esto me llena de orgullo… Aunque no lo olvido, tampoco olvido mis responsabilidades ahora como ciudadano extranjero… Siempre trato de enviar un mensaje que sirva a mis compatriotas en su lucha por crecer en playas extranjeras… Nunca olviden que delante tendrán la posibilidad de fracasar pero es esencial mantenerse con buenos estándares y con la convicción de preservar los clientes que logre hacer en el tiempo pues, el tiempo no es oro, sino nuestros clientes… Los retos que tenemos que vencer son sencillos: el idioma, las costumbres en un país antes desconocido, y la mezcla de nacionalidades a las que nos enfrentamos… Cuando abrí mi propio negocio –afirma Arnaldo-, logré emprender siempre tuve como norte de una mejor calidad de vida para mis tres hijos, mi esposa y yo, y aprender un idioma nuevo… Conocí y he practicado la perseverancia… ¡Nunca me he rendido en la vida!”.