Medidas de Trump fortalecen política RD de regular inmigración

Medidas de Trump fortalecen política RD de regular inmigración

A la migración no se le puede poner fin, debe ser regulada.

La batería de medidas sobre la inmigración con que arrancó el mandato de Donald Trump en Estados Unidos fortalece la decisión de la República Dominicana de regular el flujo inmigratorio, la que por mucho tiempo había sido incomprendido por grandes países, incluido Estados Unidos, pero un ejercicio responsable de ese derecho obliga a evitar que esa política prive a los sectores productivos de mano de obra necesaria y en algunos casos hasta imprescindible para su buena marcha.

Trump ha dicho que con sus medidas busca “mantener fuera a la gente que no debería estar en nuestro país” (no, agregamos nosotros, a quienes tienen sus papeles en orden, a quienes tienen un trabajo estable y no delinquen).

Eso es lo que persigue o debe perseguir la República Dominicana con su política sobre inmigración.

En el caso de los inmigrantes haitianos, su aporte a la economía dominicana no ha sido lo suficientemente estudiado, pero algunos informes indican que los trabajadores haitianos aportan un 7,4% del PIB de República Dominicana.

Independientemente de la credibilidad de este dato, lo podemos asumir como una aproximación de la importancia de la mano de obra inmigrante para la economía del país, lo que debiera llevarnos a una política migratoria que ponga su mayor énfasis en la regulación, sin menoscabo de las deportaciones de haitianos que no tengan un trabajo permanente que justifique su estada en el país o que constituyan una amenaza para la estabilidad social y la seguridad ciudadana.

Lo que es válido en política migratoria para Estados Unidos debe serlo para los demás del mundo, incluido en la República Dominicana.

Lo ideal sería que las políticas migratorias de los países tiendan a buscar un equilibrio entre la oferta de recursos humanos y la demanda, o sea que en el país que falte mano de obra sea apartada por el país que tenga excedente.

En realidad, la migración de personas entre países provoca pérdida de mano de obra al país emisor y ganancias de mano de obra al receptor, y a eso no hay forma de ponerle fin. Sólo puede ser regulado.

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