Sería prolijo mencionar aquí las razones por las cuales la República Dominicana ya no debe ser definida con el despectivo eufemismo de “paisito”, y creo que el presidente Danilo Medina posee sobrados argumentos para orgullosamente expresarse, como ocurrió en Hato Mayor, donde afirmó que “no somos el paisito que conocimos en el pasado, somos la economía de más prestigio de América Latina y el Caribe”.
Coincido con esas aseveraciones del primer mandatario, las cuales pueden ser corroboradas por cualquier dominicano que escuche las opiniones de extranjeros sobre nuestro país, las comparaciones que realizan con naciones de latitudes cercanas y lejanas; sus ofertas para visitar nuestros complejos turísticos, así como los elogios a las obras de modernidad, tales como el Metro, Teleférico y el creciente entorno de urbe que adquiere la capital.
Tiene razón el presidente Medina cuando afirma que la República Dominicana es “objeto de admiración” para otras naciones hermanas y prestigiosas instituciones internacionales, que velan por el desarrollo económico y democrático del mundo.
Por supuesto, resulta sumamente fácil mencionar los males que persisten en una sociedad democrática como la nuestra, que ha tenido que madurar transitando desde la más abyecta tiranía hasta el actual estadio de innegable crecimiento y desarrollo en el que nos encontramos actualmente. Se puede estar en desacuerdo con el presidente Medina, pero jamás debe considerársele hiperbólico cuando lanza esa expresión de orgullo nacional de que “no somos el paisito que conocimos antes”.
Por supuesto, existe la criminalidad organizada, desorganizada y ratera; pero la verdad es que muchos han sido apresados y otros enfrentan procesos panales en los tribunales. Siempre seremos parte de una pequeña isla, pero nuestra pobreza material se vencerá a fuerza de trabajo y voluntad, como la enfrenta Danilo Medina.