“Era una escritora que, por alguna razón, estuvo desconectada del mundo literario dominicano, y pienso que tal vez por envidia, rechazo, o por su forma de ser, la acusaban de arrogante. Parece que su relación con la moda, el vestir, el buen gusto, el conocimiento de otras culturas, chocaban con lo cotidiano, lo pueblerino”.
El profesor Noé Zayas, coordinador de Comunicaciones de la Universidad Autónoma de Santo Domingo en San Francisco de Macorís, quien trabaja en el rescate de la obra literaria de Melba Marrero de Munné, ofreció esas consideraciones para explicar el olvido en que ha estado sumergido el nombre de la distinguida intelectual francomacorisana. Los textos de literatura y las antologías apenas hacen referencia de su obra o no la incluyen.
“A Melba la han matado tres veces”, expresó Arlette Tejada de Yangüela, quien conoció la dama a sus cinco años y continuó la amistad con ella hasta su muerte. Su padre, Antonio Tejada, era su médico.
Melba “murió y la enterramos. Quiso que fuera en la tierra y tiene su tumba en el cementerio, donde después sepultaron a su esposo”.
“Luego, agrega, la enterraron en el olvido. No se conocen ni los nombres de sus libros, con tapas de cuero y el título en oro”.
Y la tercera vez “fue cuando tumbaron su casa en la antigua avenida Camilo, hoy Antonio Guzmán”.
Con gran cariño habla de Melba, además, Ana Salime Tillán, comerciante y declamadora que más que recitar sus versos, los vivía, según contó. Aunque la poeta y novelista adquiría su ropa de Dior y de Balenciaga, alguna la diseñaba y Ana Salime se la confeccionaba. Eran amigas inseparables, pese a que Ana era menor. Por eso permitían a Ana Salime asistir con Melba y Trifón al cine Peravia.
“Tenía una casa preciosa, y un orquideario con todas las variedades, que pedía a Colombia”. Le enviaba a Tiburcio, su chofer, para que la buscara en su “Lincoln” y fuera a verlas. “Era una mujer de mucho gusto”, expresa la fina señora que a sus 84 años se mantiene físicamente activa.
Cuenta que cuando Melba entraba a un salón “impactaba, pues era sumamente elegante, exquisita, con una conversación maravillosa”. Pasaba en Europa la mitad del año. El esposo, un español dedicado a la exportación de café y cacao, era mayor que ella.
Refiere Ana que el rey Faruk la invitó a Egipto cuando coincidieron en el restaurante “Maxims”, en París, y otro día, los rotarios del mundo reunidos allí, organizaron un desfile de modas y “cuando llegó Melba, todos se levantaron creyendo que era una de las modelos”. “Su cuerpo era de guitarra, no usaba brazzier. Una vez fuimos a Nueva York y cuando bajó, con ese sombrero y esa clase”, la gente se paralizó.
Ana Salime y Ángel Liz fueron los únicos que recibió en su lecho de enferma, afectada de un cáncer en la nariz para el que “viajó mucho, tratándose”.
-Ay, Ana Salime ¿qué te parece? Yo haciendo el papel de mártir sin querer”.
Ana la recuerda en su libro “Alas abiertas”. Menciona a Isabelita, la doméstica de Melba, a la que esta trataba como a una amiga, y cita a sus familiares: “Catón, Héctor y Ché, sus sobrinos, hijos de Mario con doña Nelly Negrete”. Los hermanos de Melba eran Mario, Héctor y Mimí. Evoca estrofas de los versos que declamó en diferentes escenarios, como: “Y no es que estoy cansada / es que de tantos sueños / mis bríos se han gastado”.
“Este pueblo ha sido ingrato con Melba, no le ha correspondido, la ha olvidado cuando ella debe ser un orgullo como escritora, mujer, poeta”, declara.
Y describe su imponente pose de amazona recorriendo a caballo las calles de San Francisco. “Era una jinete de película”.
Una leyenda. Melba es una leyenda que empieza a ser historia, a ser conocida con estos testimonios y la recuperación de su obra nunca reimpresa. Arlette la reivindica en su Novia del alba y el Diario de viajes. Revela que en Suecia hay una sala dedicada a ella “porque es la única mujer que ha escrito un diario de viajes y más para Suecia”.
Se afirma que “Estampas suecas” fue su sentencia al olvido, que María Martínez, la esposa de Trujillo, sintió celos de ella y ordenó a Pedro René Contín Aybar, crítico literario, que menospreciara su contenido. Por eso sus libros los debió editar en España y Francia. La atacaron sin razón en el “Foro Público”.
Arlette conoce intimidades de la infancia de Melba que quizá la traumatizaron y la hicieron rebelde. “Aquí la maltrataban, incluso, después de casada con Trifón Munné Trullols”. Pero ella se desplazaba como reina en el auto que le compró el marido y le imprimió en los focos MM.
A las 5:00 de la tarde Arlette y Melba compartían el té al uso de Inglaterra, en su mesa cubierta con mantelería de hilo, cubiertos de plata, acompañado de frutas, bizcocho y mermelada de naranja agria. Recuerda su desnudo, obra de Mariano Eckert, que exhibía en el aposento, y su generosidad. La hermana de Olga Pou, relata, padecía su mismo cáncer y ella le compró el pasaje, la mandó a Filadelfia a operarse y se salvó.
La escritora Martha de Villa escribió sobre Melba y su obra para la Feria Internacional del Libro.
Su obra. Noé Zayas se ha enfocado en estudiar y difundir la obra de Melba, como Eva en extremaunción, novela; El voto; Estampilla; Caña dulce. Se conservan Cáfila amarga y Faena para Adán.
“La criticaban por su temperamento liberal “pero los que la trataron dicen que era sensible, de gusto refinado. Venía de una familia de intelectuales”. Ramón Marrero Aristy era su tío. Martha considera que “el choque con el poder” afectó el conocimiento de su obra.
Zayas sostiene que Moreno Jimenes le decía: “Hueles tanto a mujer que mareas”. “Era hermosa, con actitudes modernas que esta sociedad cerrada no entendía”.
Melba María nació el 8 de abril de 1911, hija de Eugenio Marrero y Enedina Oller. No procreó hijos. Murió el 4 de junio de 1962.
La calle. El 7 de agosto de 2019 se designó la antigua “calle 29 Este”, de La Castellana, con el nombre de Melba Marrero de Munné. Ana Salime expresa que “es muy doloroso que se la pusieran primero en Santo Domingo antes que en el pueblo donde nació”.