Este año 2024 es esperanzador y prometedor, más si hacemos memorias de las agencias que en todo el mundo fueron libradas hace un siglo (1924), a favor de dotar de los primeros derechos políticos a las mujeres, tanto en lo colectivo como lo individual (y es que esas batallas individuales, de nuestras madres y hermanas espirituales, resultan de importancia movilizadora).
Coincide que mientras en la República Dominicana se registran las primeras peticiones públicas a favor de que a las mujeres se les permitiera acudir a las urnas -justo cuando la desocupación militar estadounidense acuerda elecciones presidenciales ganadas por Horacio Vásquez y Federico Velásquez, el 15 de marzo-, en municipios de México (San Luis de Potosí y Yucatán) y España (con el Estatuto Municipal, 1924) se colocaban condicionantes para que “mujeres casadas, mayores de 23 años, que demostraran saber leer y escribir” comenzaran a participar en “la política”.
También, con entusiasmo y extensos planes reformadores, se crean en 1924 las ligas feministas con el principal propósito de universalizar las puertas de la ciudadanía para nosotras… Desde Puerto Rico (allí fue crucial la labor de las educadoras y periodistas Ana Roqué de Duprey, Isabel Andreu de Aguilar y Mercedes Solá) hasta Perú (con la conferencista y activista Zoila Aurora Cáceres).
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A los pies del correo de San Pedro de Macorís, donde recibía los canjes editoriales y desde donde enviaba su revista Fémina al mundo, la maestra normal y periodista feminista Petronila Angélica Gómez Brea palpita con el amplio sentir transatlántico a favor de la ciudadanía de las mujeres, motivando tertulias y buscando el apoyo de notables hombres intelectuales de la época. De hecho, logra que Amiama Gómez escriba: “Otorgar el VOTO A LA MUJER DOMINICANA, que es -positivamente- mucho mejor elemento social entre nosotros, y en la mayor parte de los pueblos cultos (…) Ellas sabrían redactar, mejor que nosotros EL CÓDIGO MUNICIPAL CIENTÍFICO de que carecemos”.
Y, claro, cuando el apoyo hacia la ciudadanía de las mujeres avanzaba, innumerables detractores tomaron el imaginario público para “recordar” cuál debía ser el rol de las mujeres, como lo hizo Mario Guerra al enviar su carta a Petronila Angélica Gómez Brea, Consuelo Montalvo de Frías y María Luisa Angelis de Canino: “No entiendo que la mujer dominicana, tal vez la más legítimamente tropical de Las Américas, haya ganado cosa alguna conveniente a su mejoramiento individual, amachando como la hecho sus antes correctas costumbres naturales (…)”.
Ante estas críticas que pretendían mantener el estatus de “ángel del hogar” de las dominicanas, la mesa de redacción de Fémina publica los constantes avances de las “primeras mujeres” en la profesionalización de oficios “considerados solo masculinos”, en especial el alcanzado en 1924 por la activista feminista española Clara Campoamor, quien obtiene su titulación en Derecho.
Inspiradas en estas campañas, Consuelo Montalvo de Frías rescata la identidad de los hombres dominicanos y subvierte una de las reglas impuestas por las fuerzas interventoras, que consistía en que todos los hombres debían de rasurar su bigote. A través de la venta de cupones (25 centavos por cada uno) motiva a las mujeres a votar por el caballero que mejor luciera su mostacho, resultando ganador Ricardo Limardo (Bubú), senador de la provincia Isabel de Torres, el 30 de septiembre de 1924.
El prolífico año de activismo se refleja en los más de 42 editoriales calzados con la firma de la maestra Gómez Brea en el cual abogó por derechos civiles y políticos; manteniendo la revista en un panorama mediático que vio desaparecer a baluartes publicaciones de la época (La Cuna de América, de Ricardo Roques Román; Anarkos, de Julio Vega; El Siglo, en el cual participan Rafael Brache, Lorenzo Despradel y Luis Eduardo Alemar, y La Nación, de Conrado Sánchez y Enrique Apolinar Henríquez)…
Internacionalizando más el sentir de ELLAS, al integrar al artista e ilustrador Eolo, comenzar a reproducirse la obra literaria de la poeta uruguaya Juana de Ibarbourou; acogiendo los artículos de las mexicanas Sofía Villa de Buentello, Josefina Zendejas y María García; la chilena Esmeralda Centeno, la panameña Mercedes Ponce; la peruana Elvira García García, y la venezolana Inocencia García.
Y, claro, unen el sentir de nuestras conscientes mujeres que ejercen la ciudadanía moral a través de sus argumentaciones, como la maestra Gladys E. de los Santos Noboa, y la médica Evangelina Rodríguez. ¡Bienvenido 2024! ¡Recordamos las agencias de 1924! ¡Fémina Centenario!