Frente al aviso de la comunidad internacional de que no intervendrá en Haití, las medidas anunciadas por el presidente Luis Abinader y las resoluciones emanadas del Consejo Nacional de Migración son correctas y de ser aplicadas representaría un mensaje contundente a esa comunidad internacional de que nuestra nación no puede cargar con el vecino estado fallido.
Un estado fallido es aquel donde se ha fracasado en garantizar servicios básicos a la población y se mide con una serie de parámetros como la corrupción, sobrepoblación, contaminación, criminalidad, narcotráfico, pobreza extrema, crisis económica, pérdida de control físico del territorio e incapacidad de responder a emergencias naturales.
Haití no es una nación, es un conglomerado de personas. Cuando la 13 colonias lograron su independencia de Inglaterra o las naciones latinoamericanas de España y nosotros de Haití, existía el sentimiento de arraigo territorial, identidad colectiva y cultural; por eso logramos convertirnos en Estado-Nación, en el caso de Haití no fue una epopeya por la independencia, fue una lucha de esclavos africanos de diferentes etnias para liberarse, y como no existía un proyecto de nación, destruyeron los ingenios y los cultivos que hacían de Haití la colonia francesa más prospera y posteriormente deforestaron el suelo y destruyeron los recursos naturales.
Haití nació como un estado fallido y ahora con bandas armadas que controlan el 75% del territorio, ese conglomerado está a punto de perder el último vestigio de gobierno y ser dirigido por esas turbas, lo cual es el antecedente del caos y la guerra civil.
Gedeon Jean, un abogado haitiano que dirige el Centro de Análisis e Investigación en Derechos Humanos, declaró al periódico El País: “Las bandas se han independizado y han dejado de ser la correa de transmisión de los partidos políticos para convertirse en un fenómeno a medio camino entre el narco mexicano, las pandillas centroamericanas y la guerrilla colombiana”.
La migración haitiana, acelerada en las últimas décadas, representa un riesgo a la estabilidad y existencia del Estado dominicano tal como lo conocemos; con el ingrediente de las bandas, el peligro son penetraciones masivas imposibles de detener e incluso la incursión de estas en nuestro territorio y esto no es una especulación.
Declaraciones del presidente Luis Abinader acerca de que “la seguridad no comienza en la frontera, debe empezar más allá de la frontera…” o cuando advirtió que conocía a los miembros de las bandas es porque una de ellas, “los 400 Mawozo”, se estaban alineando en la frontera pero la inteligencia dominicana, apoyada por la norteamericana, los infiltró y neutralizó.
Frente a ese estado de cosas lo que resta es seguir reforzando la frontera, desmantelar las mafias de haitianos, cumplir las últimas resoluciones del Consejo Nacional de Migración e iniciar la instalación de la verja tecnológica, con financiamiento israelí, y conjuntamente el muro físico comenzando por los flancos más débiles.
Nuestros vecinos haitianos nunca tuvieron un proyecto de nación
Por eso destruyeron los ingenios y los cultivos de caña de azúcar
Migración haitiana representa riesgo de estabilidad para Estado dominicano