Parte I
Actualmente, las grandes economías de América Latina están inmersas en un proceso de crisis política y económica que amenaza, considerablemente, las perspectivas de crecimiento, sobre todo, ante el desplome de los precios de las materias primas. En esta oportunidad, analizaremos los distintos aspectos del desempeño económico, político y social de México, país que, en los últimos años, ha vivido una época de bonanza económica que le aseguró su posición como segunda economía de la región.
La economía mexicana, en comparación con la de Brasil, Venezuela y Argentina, goza de una estabilidad sólida. La inflación se mantiene baja, alrededor del 2.54%, y posee gran liquidez gracias a las reservas internacionales que rondan los 176,994 millones de dólares (al 31 de mayo), según el Banco de México.
Este crecimiento se debe, en gran parte, al extraordinario aumento de las exportaciones hacia Estados Unidos. La revolución tecnológica y la gerencial, sustentadas en la computación en la nube, han traído consigo la reducción de costos y días de inventario, dándole a México una ventaja comparativa sobre Asia, debido a su cercanía con la costa Oeste norteamericana. Cuba y República Dominicana gozan de las mismas condiciones que México pero en la costa Este, que pueden ser aprovechadas si se construye el puerto de Manzanillo y se realizan reformas eléctrica y de transporte (cuyos costos están 40% por encima de México y Centroamérica). Adicional a lo anterior, destacan los avances en ensamblaje debido a la revolución energética (costo del gas en manufactura americana es la quinta parte que en Europa y Asia): el valor añadido por Estados Unidos para ensamblar en Asia solo representaba un 9%, mientras que en México representa un 41%. Así, las exportaciones manufactureras de México totalizaron 380,772 millones de dólares en el 2015, convirtiéndose en el séptimo productor de automóviles del mundo.
La economía seguía creciendo a un ritmo, si bien modesto, por debajo de su potencial. En el 2013, el presidente Peña Nieto, con el fin de obtener mayor competitividad en los mercados, apuesta por el llamado “Momento Mexicano”, con el anuncio de un paquete de reformas estructurales que buscaban un crecimiento del 5% del PIB. Este contenía importantes reformas en sectores como el energético, telecomunicaciones, educativo y laboral. En el sector energético propiciaba el fin del monopolio en la industria petrolera mediante el fortalecimiento de la regulación y la apertura a la inversión privada. Sin embargo, los resultados se vieron truncados con el desplome del precio del petróleo, representando una caída anual del 33% de las exportaciones petroleras en el 2015. Como respuesta al descenso en los ingresos petroleros y a las recientes depreciaciones del peso mexicano (13% respecto a su valor en abril 2015), el gobierno ha tomado medidas de ajuste presupuestario y aumentó las tasas de interés en 3.75%.
Si bien algunas de estas reformas están programadas a largo plazo, luego de dos años de ser anunciadas, México ha caído varios puestos en lo que respecta a la competitividad de sus mercados. Según el Informe de Competitividad realizado por el Foro Económico Mundial ocupa el lugar 57 de 140 países analizados, resaltando factores disuasivos para hacer negocios como la regulación impositiva, la ineficiente burocracia gubernamental y un manejo arbitrario de las decisiones a todos los niveles del Estado.
Vemos que no todo es “luz” en el panorama mexicano. La economía número 14 del mundo ha hecho pocos esfuerzos en la reducción de la pobreza. En lo político, por su parte, es preciso resaltar las últimas elecciones municipales, en cuyos resultados se observó un descontento, por parte de la población, con la victoria de algunas candidaturas independientes.
Así, durante el 2015, la economía mexicana creció 2.5% según el FMI, dicha institución ha ido reduciendo los pronósticos de crecimiento, siendo 2.4% en la actualidad (distinto a las proyecciones para América Latina con un decrecimiento de 0.5%). En la próxima entrega, ampliaremos las “sombras” que oscurecen el panorama político y social mexicano, así como su repercusión en el desempeño económico.
Investigadora asociada:
Ledys Féliz.