La noche entera
con un hacha
me ha golpeado el dolor,
pero el sueño
pasó lavando como un agua oscura
piedras ensangrentadas.
Hoy de nuevo estoy vivo.
De nuevo
te levanto,
vida,
sobre mis hombros.
Oh vida, copa clara,
de pronto
te llenas
de agua sucia,
de vino muerto,
de agonía, de pérdidas,
de sobrecogedoras telarañas,
y muchos creen
que ese color de infierno
guardarás para siempre.
No es cierto.
Pasa una noche lenta,
pasa un solo minuto
y todo cambia.
Se llena
de transparencia
la copa de la vida.
El trabajo espacioso
nos espera.
De un solo golpe nacen
las palomas.
Se establece la luz sobre la tierra. Oda a la vida, Pablo Neruda (fragmento).
Toda la vida la he dedicado a la educación, sea formal o no formal. Las aulas han sido mi casa desde que tengo conciencia de mi propia existencia. Desde el barrio El Ejido en mi Santiago natal, donde adolescente acudía a alfabetizar a los niños menos favorecidos, hasta el atardecer de mi vida, que es hoy mi presente, no he trabajado en otra cosa que en la educación.
Convencida de que la apuesta al futuro es más segura formando los jóvenes, he vivido para enseñar lo aprendido; y aprender de ellos en esa interacción mágica que es la relación maestro-alumno. Los abrazos agradecidos de los jóvenes que he tenido bajo mis alas, es el pago más grande recibido a lo largo de mis más de 45 años sumergida en las aulas, intentando sembrar esperanzas en las nuevas generaciones.
Convencida de que la educación es la vía expedita para ayudar al progreso social y a salir de la pobreza a los más desfavorecidos, he participado en todas las iniciativas que he podido, para insertar a los jóvenes talentos a la educación de calidad. A lo largo de estos años he podido contar con aliados, mejor dicho, ángeles protectores. Promotora como soy de la educación y del talento en aquellos que tienen menos oportunidades, he tenido que tocar muchas puertas. Algunos empresarios me ignoran, otros ayudan con “algo” para salir de mí y sobre todo, de mi insistencia. Y unos pocos, SIEMPRE acogen favorablemente el reclamo.
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Celso Marranzini Pérez ha sido un ángel custodio de todos mis inventos. Hace décadas que acudo a su ayuda. Sus puertas, sus brazos, y, especialmente, su corazón, están abiertos para acogerme y soportar mis inventos educativos. Una vez, hace varios años, le pedí una cita para que me ayudara a 25 maestras a terminar su licenciatura. Todas finalizaron con notas sobresalientes. Ellas se denominaban “las hijas de Celso”. Cuando las veo siempre me recuerdan lo agradecidas que están de ese empujón en sus vidas profesionales y cuánto les ha cambiado la vida, desde que lograron la meta. Y, hace muy poco, le pedí otra ayuda. Un simple mensaje: ¡Ayuda a la mejor estudiante de la segunda cohorte del doctorado en historia! Una respuesta tajante: “Cuenta con eso”. Cuando llamé a la beneficiaria brincaba de alegría. Podría cumplir su sueño, su meta.
El Doctorado en Historia del Caribe, es pionero en el área y en el país. Es mi hijo, desde la concepción hasta su ejecución. Ya tenemos tres cohortes en curso. Somos exigentes, e intentamos ofrecer calidad en todos los aspectos. Ya tenemos un primer egresado. Este año vendrán nuevos graduandos.
Podría seguir mencionando otras ayudas que, a lo largo de esta larga carrera en la educación, mi querido Celso se ha hecho presente, sin preguntas, solo confiando en que la inversión tendrá beneficios para el país.
Como escribí en la introducción del libro “Una obra de amor y solidaridad”, dedicado a los 50 primeros años de la Asociación Dominicana de Rehabilitación: “El destino me ha regalado la amistad con su hijo Celso. Lo conocí como empresario. Dedicada a la vida académica, he tenido que tocar puertas, muchas puertas. Una de ellas ha sido la de Celso. A pesar de sus ocupaciones como empresario y sus participaciones en grupos sociales, políticos o de presión empresarial, siempre me recibió, me ha recibido y espero que me siga recibiendo. Su solidaridad ha sido infinita con todos y cada uno de los proyectos que le he presentado. (…) Con el tiempo hemos compartido en muchas actividades y ese roce permanente ha generado en nosotros una sincera amistad, por la que agradeceré a Dios por todo lo que me resta de vida. (….) Escribiendo esta historia tan hermosa, llena de dilemas, desilusiones y esperanzas, me confirmo, ¡una vez más! que las personas como esta hermosa mujer (me refiero a doña Mary de Marranzini), deben ser ejemplos eternos para luchar por lo imposible; que las estrellas no están en el horizonte sino en nuestros corazones y que es solo el amor incondicional hacia la humanidad, como mejor enfrentamos los duros golpes que a veces nos depara la vida.” ¡Gracias Celso!
Vida,
eres como una viña:
atesoras la luz y la repartes
transformada en racimo.
el que de ti reniega
que espere
un minuto, una noche,
un año corto o largo,
que salga
de su soledad mentirosa,
que indague y luche, junte
sus manos a otras manos,
que no adopte ni halague
a la desdicha,
que la rechace dándole
forma de muro,
como a la piedra los picapedreros,
que corte la desdicha
y se haga con ella
pantalones.
La vida nos espera
a todos
los que amamos
el salvaje
olor a mar y menta
que tiene entre los senos. Oda a la vida, Pablo Neruda (fragmento).