No creo en vos
mordaza
pero voy a decirte
por qué no creo
tal vez
ahora no digo
no hoy
ni ay
y sin embargo
igual destapo el verbo
respiro el grito
y armo la blasfemia
pienso
luego insisto
hago inventario
de tu alegre pálpito de la miseria
de tu crueldad sin muchas ilusiones
de tu ira lustrada
de tu miedo
porque mordaza
vos
sos muchísimo más que un trapo sucio
sos la mano tembleque que te ayuda
sos el dueño flamante de esa mano
y hasta el dueño canalla de tu dueño…
Oda a la mordaza, Mario Benedetti
Después de cuatro años de rebeldía que intentaba ser revolucionaria en el Colegio La Salle, en los que el trío integrado por Narcizo Ramírez, Miguel Ceara Hatton y Peng Sien pusieron en vilo a los hermanos de La Salle, quienes intentaban, dentro de los cánones establecidos, canalizar esa energía indetenible de rebeldía. El trío de jóvenes terminó el bachillerato y debían entrar en la universidad.
Era la época de ebullición universitaria en el mundo que se inició en mayo de 1968 en París. En efecto, en las principales ciudades francesas, especialmente en la ciudad Luz, los estudiantes se lanzaron a las calles pidiendo una mayor participación en las decisiones. A la protesta inicialmente estudiantil, se sumaron luego los trabajadores, los sindicatos y el Partido Comunista Francés. ¿El resultado? Se produjo la más grande revuelta estudiantil y la mayor huelga general de la historia de Francia. La situación se puso tan difícil que el Gobierno de Charles de Gaulle temía por su estabilidad, tanto así, que anticipó las elecciones.
La rebeldía en los jóvenes estaba a flor de piel. Los acontecimientos de mayo y junio en Francia coincidieron con el movimiento Hippie de Estados Unidos. Bajo el lema “Haga el amor y no la guerra” los jóvenes se expresaban en contra de la política armamentista del Gobierno estadounidense. En Europa y América Latina las protestas estudiantiles se propagaron como pólvora: República Federal de Alemana, España, México, Argentina, Uruguay, Checoslovaquia, Italia y por supuesto la República Dominicana.
En el caso dominicano, no caben dudas que la Universidad Autónoma de Santo Domingo llevó el liderazgo de la rebeldía y la acción de los jóvenes estudiantes. En efecto, entre los años 1969 y 1970 los estudiantes, maestros y empleados de la UASD fueron clave en la lucha por el aumento del presupuesto de la universidad. Las protestas se extendieron por todo el país. El país vivía bajo los 12 años del Gobierno de Joaquín Balaguer.
El Co-gobierno se había instalado en la mayoría de las universidades públicas latinoamericanas. La Universidad Autónoma de Santo Domingo, la Universidad Central de Venezuela, la Universidad Nacional Autónoma de México constituyen uno de los mayores ejemplos. La administración universitaria tendría una importante participación de los estudiantes, los profesores y los empleados. El populismo político se hizo presente en el mundo universitario. Hoy, el modelo está siendo cuestionado.
La hoy Pontificia Universidad Católica Madre y Maestra, fundada en 1962, sufrió los efectos de la efervescencia juvenil de la época. A principios de los años 70, un grupo de jóvenes rebeldes entre los que estaban Peng Sien, Miguel Ceara, Narcizo Ramírez, Felucho Jiménez y otra docena de jóvenes, influenciados por los acontecimientos de París, Estados Unidos y países latinoamericanos, exigían participación de los estudiantes en la toma de decisiones. Se desató un conflicto grande. Como era de esperarse, las autoridades se negaron a escuchar sus demandas, por lo que los jóvenes tomaron la iglesia La Altagracia ubicada en la Calle Del Sol, e hicieron una huelga de hambre. La toma de la iglesia duró unas dos semanas. Al final, los muchachos tuvieron que abandonar. Fueron expulsados de la universidad. Peng Sien siguió en su militancia política y se fue a estudiar al Instituto Tecnológico de Santo Domingo (INTEC), una universidad privada muy joven creada en 1972 por los profesores que decidieron abandonar la UCMM y crear una nueva entidad.
Mi madre sufría de ver a su hijo encerrado en la iglesia sin comida, solo con agua. Los hermanos íbamos a verlo y a estar con él por unas horas. Peng Sien nunca se quejó de las precarias condiciones. Cuando regresó a casa, papá duró días sin hablarle. En este proceso, mientras lo acompañábamos en su enfermedad, Ping Jan recordaba que como su compañero de habitación, papá le pedía que lo convenciera de que abandonara esas ideas. ¡Una tarea imposible!
No sé cómo, pero Peng Sien se graduó de la universidad. Coincidió con Suk Yien en INTEC, pues como se había casado, debía seguir estudiando en Santo Domingo. En la ceremonia de la graduación, papá no podía estar más feliz. ¡Se graduaba su hijo rebelde!
Finalizado el tema universitario, Peng Sien volvió a sus fueros políticos. Mildred, la mujer de su vida, ya se había iniciado en la vida política y estaba a su lado en esos proyectos políticos, muy peligrosos para la época, pues la izquierda era reprimida duramente por el Gobierno de Balaguer. No fue una ni dos veces que Peng Sien tuvo que correr por largos trechos para salvar su vida.
Una anécdota graciosa. Papá y mamá tenían una tienda muy bien surtida. Cada semana iban a Santo Domingo para surtirse. Peng Sien aprovechaba ese día para invitar a comer a un joven muy bien parecido y simpático. Mi espontaneidad, que a veces me traiciona, como ocurrió en esa oportunidad, hizo que mi hermano Peng Sien dejara de llevar a su invitado. En efecto, después de varias veces comiendo en casa le dije: “¡Pero qué casualidad! ¡Tú siempre vienes cuando papá y mamá no están en casa!”. Solo sentí un silencio de su parte y los ojos de Peng Sien que se clavaban en mi rostro. Ahí terminó la invitación. Quien iba a casa era su orientador político. Esa anécdota fue recordada en uno de los días que visité a mi hermano enfermo. Nos reímos muchísimo.