Su pasión por el arte surgió cuando apenas tenía unos ocho o nueve años, al ver a su madre Clara coser y diseñar vestidos.
Nos referimos a la artista plástica dominicana Alma Julissa Vásquez, quien sin duda alguna hace honor a su primer nombre, al reflejar un buen corazón y calidez humana.
Con añoranza recuerda que miraba a sus muñecas como personas, entonces, tuvo la destreza de coser y crear diseños tomados de imágenes del periódico y revistas, convirtiéndose en un disfrute total, tanto así que las coleccionaba en una libreta que le servía como fuente de inspiración.
Nacida en Salcedo, provincia que lleva el nombre de las tres heroínas Hermanas Mirabal, Alma no se visualiza de otra manera que no sea como una artista, el arte corre por sus venas, haciéndonos una invitación a sumergirnos en este mundo y lenguaje de expresión a través de colores y lienzos que cuentan historias dignas de admirar.
Incluso sus hijos: Clara María, Ernesto y Manuel, comparten su mismo sentir, porque desde pequeños han tomado clases de pintura, han ganando concursos y les gusta la música, la danza, el teatro y el cine.
Los trabajos de Alma Julissa plasman vivencias de situaciones que ha visto de otras personas o de lo que sucede en la sociedad, afirmando con seguridad que “los artistas somos muy sensibles y en cierto modo expresamos todo lo que nos conmueve”.
Lo que más le encanta es pintar el lado positivo de ciertas experiencias como un aprendizaje, sin mostrar lo negativo.
Puede leer: Gobierno reconoce a 23 mujeres; resaltan avances en igualdad
En sus inicios se identificó con las marchantas, en la técnica de acuarela, entonces aprovechaba esa motivación para ir al mercado a ver cómo era su día a día, y eso hizo que se identificara aún más con ellas.
Inspirada, de inmediato llegaba a la casa a hacer bocetos de esos momentos, analizando en lo más profundo de su interior que esas mujeres se levantaban temprano a vender flores con tanto amor, para sustentar su familia, y eso la animaba a crear obras con mensajes positivos.
Esto la impulsó a seguir trabajando con el tema de los valores y la mujer, mostrando lo importante que son para la formación de los hijos en el hogar.
“Me inspiro en ellas cada día, porque son perseverantes, incansables, las gestoras de vida, esas que se enfocan en sus valores familiares, aunque también incluyo al hombre en mis obras”.
A Alma no solo le fascina crear, sino también enseñar, y emocionada comenta que en el año 2007 fundó el “Taller de Artes Alma Vásquez”, un centro dedicado a la formación de niños, jóvenes y adultos, sin importar la edad.
Todo tiene inicio:
Su pasión por enseñar surgió cuando estaba estudiando en la Escuela de Diseño de Altos de Chavón, donde conoció a una chica que tenía dificultad en la vista y necesitaba de su ayuda. Por ella inició su carrera como educadora de artes.
“Ella me motivó a trabajar en verano en la escuela donde trabajaba, aprovechando que se iba a operar de la vista.
Luego se quedó a vivir fuera y me dejó su puesto de secretaria en un Centro de Pedagogía Musical. Al terminar sus estudios le solicitaron volver, pero como profesora. Esta apasionada de la pintura, también trabaja con niños especiales, de una forma más cercana, tratando que las actividades vayan acorde a sus necesidades.
Lee más: Consulado Dominicano en Barcelona e INDEX realizan foro «Mujeres al Vuelo»
En su taller los alumnos reciben clases grupales, pero con una atención individual, ya que, según nos expresa, no todos tienen las mismas habilidades.
Una de las cosas que más disfruta es ver el crecimiento que adquieren sus estudiantes en el desempeño de las diferentes técnicas, sus trabajos y en los concursos que ganan. “Me gusta resaltarlo cuando hacen algo bien para seguir motivándolos y que motiven a los demás”.
En su memoria guarda la anécdota de que una vez había un niño que siempre participaba en un concurso pero no ganaba, a pesar de que se esforzaba no quiso seguir participando.
“Le hice entender que ganar un concurso no era lo que iba a determinar si era bueno o malo, que siempre se aprende y que no debía desmotivarse, sino lo contrario, perseverar. El niño ya iba a pasar a juvenil y no podría participar más, y ese año él ganó. Esto le mostró que hay que ser perseverante para tener éxito y llegar a la meta”.
A Vásquez se le da muy bien lo de enseñar, sobre todo porque disfruta ver a sus alumnos crecer y que, al igual que ella, amen el arte.
Tiene el deseo de hacer una exposición con los niños de su taller y sus obras, algo a realizar próximamente.
Para esta pintora el arte es un sentimiento, una necesidad de expresión, que puede ser transmitida en diferentes formas y técnicas.
Desea seguir aprendiendo e innovando sin cambiar su esencia..