Mi opinión sobre la reforma fiscal

Mi opinión sobre la reforma fiscal

Hace unos años, cuando me solicitaban mi opinión sobre la necesidad de una reforma tributaria, contestaba que estaba opuesto a ella, porque lo que había que hacer primero era controlar el gasto público superfluo e innecesario que nos estaba ahogando.

Por otra parte, algunos me decían que si bien había un dispendio generalizado, también había que admitir que la carga tributaria era muy baja y de ninguna forma podía alcanzar para cubrir las necesidades del Estado.

A ellos les respondía que el problema no era que las tasas tributarias eran bajas en nuestro país, sino que una inmensa parte de la población no cumplen con sus obligaciones fiscales.

Afortunadamente el nuevo Gobierno del presidente Abinader está haciendo esfuerzos para reducir todos esos gastos públicos innecesarios y así se han ido mostrando sus resultados, aunque todavía queda mucha tela por donde cortar.

En cuanto a las evasiones tributarias, ya estamos comenzando a ver señales de mejoría tanto en la DGII, como en la DGA que tendrán que seguir fortaleciéndose.

Pero la realidad es que nuestras tradicionalmente deficitarias cuentas públicas se han visto agravadas sensiblemente en el último año por tres elementos básicos: a)el constante aumento del pago por concepto de la creciente deuda pública (tanto interna, como externa); b) por la disminución de los ingresos fiscales debido a la caída de la actividad económica que ha provocado la pandemia, y c) por el compromiso fiscal que ha venido a representar el 4% para la educación. A estas tres partidas se le ha agregado más recientemente el aumento del gasto en el sector salud y el subsidio a personas y empresas para poder atender los efectos del COVID 19.

Para poder entender la extremadamente difícil situación fiscal que enfrenta nuestro país, basta con observar detenidamente las siguientes cifras: Primero, para este nuevo año 2021, se estima que los ingresos totales que recibirá el Gobierno por la aplicación de todos los impuestos existentes alcanzará la suma de RD$623 mil millones, lo que solo alcanzará para cubrir tres compromisos ineludibles: primero, RD$331 mil millones que tendremos que pagar de intereses y capital por concepto de la deuda pública tanto interna como externa. Segundo, RD$195 mil millones para cubrir el compromiso del 4% para la educación escolar y finalmente habrá que dedicar al menos unos RS$107 mil millones para cubrir los gastos de salud, que se han visto incrementados recientemente por la pandemia.

En otras palabras, la totalidad de los ingresos por concepto de la aplicación de todos los impuestos existentes, tan solo alcanzarán en este año 2021 para cubrir las tres partidas antes señaladas. Es decir, todos los demás gastos del Gobierno tendrán que ser cubiertos por ingresos de tesorería, pero sobre todo con endeudamiento tanto interno como externo. Bastaría con señalar que para este año el Gobierno tiene proyectado endeudarse en otros RS$292 mil millones, lo que elevará aún más nuestra deuda pública y con ello se hará aún más difícil la situación fiscal futura.

Esta cruda e ineludible realidad nos demuestra con clara evidencia que será imposible evitar una reforma fiscal en este año, pues como vamos es imposible de sostener nuestra economía a mediano plazo.

Esa reforma fiscal tendrá que ser enfocada en sus dos vertientes, la del gasto y la de los ingresos. De ahí que será necesario que el Gobierno reduzca aún más los gastos innecesarios y sea mucho más riguroso en sus prioridades inmediatas.

Esa es la primera de las grandes transformaciones que tiene por delante el Gobierno del presidente Abinader.

Pero por otra parte, la ciudadanía tiene que entender que será inevitable un aumento sustancial de los ingresos fiscales, sin afectar a los más necesitados. Esto nos indica que necesariamente tendremos que ser un país más equitativo, más justo. Esta es la segunda gran tarea que tendrá que enfrentar nuestro Presidente.

En conclusión, ha llegado el período de las grandes reformas pues si en algo debemos estar completamente seguros, es que no es posible seguir comportándonos igual que en el pasado, pues sería entonces la propia economía la que a través de sus reglas ineludibles, nos imponga el necesario ajuste, lo que también está demostrado que si elegimos esta vía, el ajuste sería aún más severo y socialmente más injusto.

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