Desgraciadamente la salud se ha convertido en un lucrativo negocio
Entregados la entrada y el plato fuerte, cumplo con brindarles hoy en el HOY mi postre. Se sabe que quien se pasa de sabio termina comportándose como un estúpido y eso ocurrió con la persona que convenció al presidente Abinader de comprar por 40 millones de dólares, 10 millones de vacunas que estaban en proceso de fabricación, sin confirmación de eficacia y pruebas científicas certificadas por los organismos internacionales de salud que debían acreditarlas y ese hecho, más la información del pago adelantado de 8 millones de dólares a los fabricantes por “alguien” del sector privado (que hasta hoy no se ha identificado) se constituyeron en el primer elemento de cuestionamiento a la transparencia del negocio y justificación de la reticencia de muchos, de todas las clases sociales, a vacunarse.
El rápido paso de epidemia a pandemia hizo que la Organización Mundial de la Salud (OMS) apoyada en la urgencia, autorizara el uso de vacunas aún en escrutinio científico y así están sin aprobar formalmente ninguna como la más efectiva para todo el mundo, motivando reducción de los precios y donaciones de millones de dosis a países con poblaciones y gobiernos que quisieran probarlas y publicar “favorables” resultados, haciendo menos rentables los negocios con vacunas en exceso, poniendo en riesgo las inversiones o compromisos previos, así como las probables comisiones que dejarían de percibir los consejeros que se pasaron de sabios haciendo que se reserven vacunas que tal vez no serían o son las mejores, con rebrotes y variantes agregados.
Las comisiones a intermediarios existen por costumbre y sin valoración ética y desgraciadamente la salud se ha convertido en un lucrativo negocio.
El rápido paso de epidemia a pandemia hizo a la OMS autorizar el uso de vacunas aún en escrutinio científico