Dejar un partido político grande y que gobernó tantos años, donde cohabitan muchas personas que aun guardan grandes valores y conocimientos del manejo de la cosa pública, no es fácil. Sobre todo, cuando sientes que has estado ahí una gran parte de tu vida, y la foto de tu padre, Antonio Abreu (Tonito) está en la galería de ex-secretarios generales, porque fue el primero de todos en el 1973, además, que ostentas una posición como miembro del Comité Central y Secretaria de Igualdad y Equidad de Género.
Sin importar los errores de los gobiernos del PLD, que deben de ser aceptados, hoy se hace evidente que fuimos mejores gobernantes, que trabajábamos mejor, que modernizamos el Estado y que se era mucho más eficiente en el uso de los recursos y la gestión presupuestaria. ¿De qué sirve eso ya, si no se hace una oposición a la misma altura de las necesidades de la ciudadanía?
Tener una convicción de lo que es activismo político, en una época donde el “slacktivismo” y el “hacktivismo” es lo que impera, ya que todo se manifiesta mediante las redes sociales y poco, en acciones presenciales, resulta muy complicado para una persona como yo, porque eso sólo le da ventaja al gobierno, ya que las redes tienen burbujas, por lo que tu mensaje no se expande de la manera que quisieras, a menos que te vuelvas “viral” y para eso debes estar siempre montada en una “ola” que motiva al “algoritmo” a darle prioridad a lo que dices, porque causa algún tipo de interés, ya sea por un asunto gracioso, morboso, escandaloso o que la “pegues” un día.
Las élites tradicionales del Partido de la Liberación Dominicana, (y seguramente pase en otros también), son presos de su propia comodidad y ya la lucha por el poder para manejar el Estado, no es necesariamente su norte, porque se conjugan muchas situaciones y conflictos de intereses, entre ellos, el hecho de que ya una parte agotó su aporte en la sociedad, o tienen algún cuestionamiento de orden legal, lo que da como resultado que prefieran rendirse ante la amenaza de la Judicialización de la Política, en vez de defenderse.
Quizás, esa dinámica que se fue dando lentamente, hasta llegar a un punto de exageración, donde los políticos se metieron a empresarios y los empresarios a políticos, dañó un orden social que hoy extrañamos, porque evidentemente, no ha funcionado. La clase política, empezó a empoderar a una famosa clase de “no políticos” que se identifican como “sociedad civil”, que finalmente jugaban a un -quítate tú para ponerme yo- , sin ningún fundamento profundo de generar cambios buenos y viables, más bien, demostrando que una parte importante de la burguesía y la oligarquía de este país, es increíblemente inculta, insensible, e incluso, ineficiente.
Al Partido de Gobierno no le ha salido bien ese atropello a la clase política, porque al final, la carta que juegan de perseguir a la corrupción de algunos, se va agotando, ante tan mala gestión, y solo se va quedando en distracción mediática, pero, sí puede funcionar como una soga que aprieta y suelta, a conveniencia, en ausencia de una corriente opositora fortalecida.
Una vez uno se retira de una organización política, queda el debate y la “demostración” de la fidelidad interna de quienes allí se quedan; unos fieles gracias a sus salarios desde el partido, otros con salarios, ayudas o acuerdos desde el gobierno y el resto por costumbre y amor genuino a su organización.
Finalmente ¿para qué se participa en la política? ¿Es el amor que pueda yo sentir por una organización política suficientemente importante para la sociedad o las acciones que desde allí se generan?
La sociedad de hoy está abrumada en una mezcla de estrés y amplia distracción. El gozo constante a pesar de los problemas, unos con “teteos”, otros con diferente tipo de festejo diario, combinado con las altas y bajas del mal humor que se percibe en las calles porque la vida está cara y las deudas crecen ¿Anda pensando la gente sobre el amor que le tengo o no a una organización política? ¿Mis amigos, amigas y familiares dejan de dormir pensando en que si dejo de amar a mi partido ya se acabó toda esperanza en RD? ¿Es que el amor, el compromiso y la fidelidad no son calles de doble vía?
Quienes tenemos vocación política, no dejamos de ejercerla desde cualquier espacio. También, nos molesta la banalización del debate, el poco interés en formarse que se va dando en la militancia partidaria, la baja calidad intelectual que va tomando poder sobre los demás por una cultura de “grupies” o de gente que aplica “violencia económica” para tener ciertos seguidores en base a que les ayudan con dinero que necesitan para poder sobrevivir.
Termino este artículo, con una estrofa de la canción de Mercedes Sosa:
“Solo le pido a Dios
Que el dolor no me sea indiferente
Que la reseca muerte no me encuentre
Vacía y sola, sin haber hecho lo suficiente”