POR AMABLE LÓPEZ MELÉNDEZ
En su caso, podríamos hablar de un estilo bastante personal de vivir, persistir o accionar por y para el arte. De una apuesta vital instintivamente inclinada hacia la precisa y fecunda terquedad de la pasión por su trabajo. Además de exitosa galerista y gestora cultural, Mildred Canahuate es protagonista de primer orden en ese proceso del diálogo artístico y cultural que registramos en el Santo Domingo de las últimas dos décadas.
En 1989 creaba el Salón de Dibujo de Arawak en el Museo de Arte Moderno, cuya cuarta edición (1995) fue celebrada con categoría de concurso internacional.
En la actualidad, dirige la Fundación Arawak Inc. y el Museo del Dibujo Contemporáneo y preside la Asociación Dominicana de Galerías de Arte. El próximo año 2006, Mildred Canahuate estará celebrando sus 25 años de actividad profesional dentro de nuestra industria de la representación artística y cultural. En este aspecto, podríamos decir que son bastante consistentes, notables y resistentes sus aportes. Las líneas que siguen son extractos de un diálogo fragmentario en los que Mildred Canahuate nos enfrenta a las principales claves sobre la dinámica del mercado de arte, así como ante algunas de sus implicaciones sociales, políticas, culturales y económicas.
ALM: En estos días se habla otra vez de una explosión, ¿es cierto, existe realmente ese gran mercado en estos momentos en la República Dominicana?
-MC: Hay un gran mercado en todos los sentidos. Hay galerías establecidas, hay marchantes de arte y tambien hay algunos criticos de arte que mercadean algunas obras. El mercado de arte está bastante activo. Este es un país en el que la gente le gusta mucho el arte. Aparte de los viejos coleccionistas que todavía siguen adquiriendo obras importantes de artistas como Jaime Colson, Vela Zanetti, Virgilio Méndez, etc., también están surgiendo los nuevos, que son hijos de los viejos coleccionistas. Ellos siguen las huellas de sus padres y están buscando obras de los grandes artistas modernos. Lo que no está sucediendo con la clientela jóven de ahora, que está surgiendo sin tradición de coleccionismo en su familia. Pero, también surge un público de jóvenes que compran arte contemporáneo y que se sitúan, de repente, en un mercado actual. Ahora, estos están desconectados totalmente de lo que es la historia del arte dominicano, de los grandes maestros. No conocen ni le interesa ni han oído hablar de artistas como Eligio Pichardo Hernández Ortega o Paul Giudicelli, por ejemplo.
ALM: ¿Será que no tienen los recursos financieros suficientes o que las obras de esos grandes artistas que señalas ya les resultan muy caras al grupo de los nuevos coleccionistas?
-MC: ¿Y quién te ha dicho a tí que el arte contemporáneo es mas barato que el arte moderno? Hay muchos artistas dominicanos contemporáneos que se han proyectado a nivel internacional y cuyas obras han alcanzado precios de US$15.000 y US$20.000. Tú puedes conseguir una obra de Yoryi Morel entre RD$80.000 y RD$125.000. Sin embargo, hay artistas de la Generación del 80 que se han destacado en el exterior que están vendiendo a unos precios muy superior a lo que cuesta una obra de Gilberto Hernández Ortega, Eligio Pichardo o Yoryi Morel.
ALM: Entonces, ¿se realiza la Utopía de que todo es arte?, ¿Cuál es tu definición del mercado de arte dominicano?
-MC: Eso es tan ámplio y es tanto lo que está sucediendo en este país. Por ejemplo, tu puedes revisar los periódicos y vasa ver que hay hasta cinco y seis exposiciones a la semana.
ALM: Sí, eso es actividad cultural, pero me refiero a la actividad comercial. Porque una cosa es el mercado de imágenes y otra es el mercado de arte auténtico. Por ejemplo, estamos ante el fenómeno de los «Departamentos de Cuadros» en las tiendas o centros comerciales. ¿Eso es mercado de arte o mercado de imágenes? ¿ Se puede diferenciar?
-MC:Yo Pienso que siempre hay que destacar el trabajo que están haciendo las galerías de arte establecidas. Hay galerías serias que tienen muchos años trabajando de manera profesional y que nos hemos ganado el respeto del público y de los artistas. Ahora, igual que en todo, hay una explosión de venta de obras de arte en toda parte. Hace diez años que yo expuse este tema ante la Asociacion de Galerías Ahora, te digo que, más que una gran explosión, lo que estamos viendo es un tímido esplendor en el ambiente y en el mercado de arte dominicano. Un tímido esplendor, un panorama de nuevas expectativas, después de los últimos cuatro años de oscuridad total.
ALM: En los últimos años en el país se han registrado varias subastas de obras de arte, ¿se podría decir que estas subastas tambien son parte de la explosión del mercado?
-MC: Tú dices que han habido varias. Yo creo que no son tantas y también creo que las subastas no tienen nada que ver con la explosión. Es que preparar y organizar una subasta no es tan fácil. Es un riesgo. Es un trabajo de muchos meses. Tú tienes que reunir una serie de obras de calidad y tener la seguridad de que los dueños de estas obras te van a aguantar tres meses, por lo menos.
ALM: ¿Cuántas subastas has organizado y cuando fue la primera?
-MC: Yo he organizado 10 subastas. La primera fue una subastas de obras de arte moderno y antigüedades en 1992, en el Hotel Santo Domingo Sur. Fue un éxito rotundo, pero para eso tuve que trabajar durante un año.
ALM: ¿Tú crees que las subastas podrían ayudar a organizar la explosión o a esclarecer la nebulosa que «define» el mercado de arte en la República Dominicana?
-MC: No creo. Tú puedes organizar 20 subastas y mientras persista ese hormigueo alrededor del mercado de arte no va a pasar nada. Simplemente, la explosión a va seguir si no se establecen criterios, leyes o controles a los «Marchand d Art» de tercera línea, a los de la calle, los rincones o las zapaterías.
ALM: El pasado 13 de julio tú organizaste una importante subasta de obras de arte dominicano. Los resultados llamaron la atención de algunos coleccionistas, artistas y especialistas, ¿ cómo fue esta experiencia?
-MC: Sí, me contrató la Superintendencia de Seguros, por medio de su encargado, el Dr. Euclides Gutiérrez Felix, para subastar las obras de arte que eran propiedad de la Compañía de Seguros Segna. S.A. Me sentí muy contenta, ya que, por primera vez, una institución del Estado decide contratar un especialista, porque puedo decir que lo soy en la organización de este tipo de evento. Algo que me motivó mucho fue que, desde el principio, el Dr., Gutiérrez Felix me dio luz verde para que trabajara como yo quisiera, tanto en la parte organizativa como en la parte económica. Y esa fue la clave del éxito de la subasta de la Superintendencia de Seguros. Entonces, creo que se ha sentado un precedente y ojalá que todas las instituciones del Estado tomen el ejemplo de esta iniciativa del señor Gutiérrez Felix cuando se trate de hacer eventos de esta naturaleza.
ALM: ¿Qué nos muestran los resultados de esta subasta sobre la cotización o revalorización del arte dominicano?
-MC: Esta subasta fue muy positiva. Primero, Segna. S.A. tenía más de 300 obras. Hicimos una curaduría con preselección en la que se tomaron en cuenta la trayectoria artística y la calidad de las obras. Finalmente, seleccionamos 48 obras de 20 maestros. De las 48 se vendieron 46. Yo pude haber escogido 65 ó 60 obras, pero en una subasta respetable lo importante no es la cantidad, sino la calidad.
ALM: ¿Y cuáles fueron las sorpresas de la subasta de la Superintendencia de Seguros?
-MC: Para mí, la primera sopresa fue la venta del primer lote, que era una obra en formato mediano de Cándido Bidó, titulada «Cabeza con pájaro». Luego vinieron las grandes sorpresas, como la venta de la escultura de Gaspar Mario Cruz, en RD$555.000.00; de una pintura de Ramón Oviedo de la serie de «La Ciguapa», en RD$345.000.00; de otra pintura del mismo Oviedo, titulada «Los Músicos del Barrio», en RD$170.000.00; de una pintura sin título de Yoryi Morel, en RD$175.000.00; de una pintura sin título de Domingo Liz, en RD$195.000.00, entre otras. También sucedió un caso muy interesante con un pujador por teléfono sobre una obra de Antonio Guadalupe. La puja se puso interesante, porque otros coleccionistas que estaban presentes también pujaron bastante, mientras el coleccionista telefónico advertía que no le importaba, que esa obra iba a ser suya al final y, de hecho, así sucedió. Esa obra es «Arlequín con niño y flor». Era el lote #14 y se vendió en RD$175.000.00. Ahora, la sopresa más grande fue que se vendió todo. Porque, al principio, uno siempre se pone una meta y yo esperaba vender, por lo menos, la mitad.