Miles de personas se congregaron el sábado en el complejo de monumentos National Mall en la capital estadounidense y otras ciudades para demandar leyes estrictas para el control de las armas de fuego, luego de recientes tiroteos —como los de Uvalde, en Texas, y Buffalo, en Nueva York—, algo que los activistas dijeron que deben llevar al Congreso a actuar.
“Ya basta”, dijo la alcaldesa del Distrito de Columbia Muriel Bowser en la segunda Marcha por Nuestras Vidas en la ciudad de Washington. “Les hablo como alcaldesa, como madre y las hablo por millones de estadounidenses y alcaldes en Estados Unidos que demandan que el Congreso haga su trabajo. Y su trabajo es protegernos, proteger a nuestros niños, de la violencia con armas de fuego”.
En Washington, D.C., orador tras orador exigieron a los senadores —que son considerados el mayor obstáculo para una legislación— a que actúen ahora o enfrenten la posibilidad de ser derrotados en las elecciones, especialmente dado el shock en la nación luego de que 19 niños y dos maestras fueran asesinados el 24 de mayo en la escuela primaria Robb, en Uvalde.
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“Si nuestro gobierno no puede hacer nada para impedir que 19 niños sean asesinados en su propia escuela… Es hora de cambiar quién está en el gobierno”, afirmó David Hogg, sobreviviente de la masacre escolar de 2018 que mató a 17 en la escuela secundaria Marjorie Stoneman Douglas en Parkland, Florida.
Hogg también es cofundador de la organización de la Marcha por Nuestras Vidas, creada tras esa masacre y que realizó su primera protesta en Washington no mucho después.
Yolanda King, nieta de Martin Luther King Jr., declaró: “Esta vez es diferente, porque no se trata de política. Se trata de moralidad. No derecha ni izquierda, sino lo que está bien y lo que está mal, y eso no significa rezar y ofrecer pésames. Significa valor y acción”.
Cientos de personas se reunieron en un anfiteatro en Parkland, donde Debra Hixon, cuyo marido, el director de atletismo de la escuela secundaria Chris Hixon, murió en el tiroteo, dijo que es “demasiado fácil” para los jóvenes comprar armas en las tiendas.
“Volver a casa y toparse con una cama vacía y un asiento vacío en la mesa es un recordatorio constante de que él se ha ido”, dijo Hixon, que ahora es integrante del consejo escolar. “No habíamos terminado de crear recuerdos, de compartir sueños y de vivir la vida juntos. La violencia de las armas le arrancó eso a mi familia”.