Píndaro y Herminio han decidido visitar su Santiago querido, porque han oído hablar del taponazo en la calle El Sol y el desenfreno desatado por los nuevos carros públicos que, sin importarle quienes van paseando por la misma, no respetan semáforos ni personas que transitan por sus ya estrechas aceras…
Ambos han estacionado su carro cerca del Parque Colón, esperando disfrutar el otrora agradable ambiente y las curiosas conversaciones de los asiduos compradores de mercancía, luego de entrar a casi cada tienda.
“¡Cuidado! –grita Herminio-, Píndaro iba casi a ser arrollado por un motorista que se acercaba a la misma esquina, a gran velocidad, al tiempo de estar mirando su celular…¡Gracias! –exclama, y reflexiona al decir: “¡Eso me pasa por estar mirando mis pies en lugar de concentrarme en el entorno!”… “No te preocupes –le anima Herminio-, nos falta menos para llegar hasta el parque Duarte… Allí podremos sentarnos a descansar mientras un limpiabotas nos brillará los zapatos”… Mientras continúan su aventura, una joven se les acerca y les cuestiona: “¿Es la primera vez que visitan Santiago?… ¡Qué alegría verles en mi pueblo!”… Píndaro, que para todo tiene una respuesta, le sonríe mientras le expresa: “¡Herminio ha querido traerme a recordar su niñez y juventud, y hacerme partícipe de cosas nuevas que de seguro deben estar sucediendo en su querido Santiago!”… Mirándolo fija y pícaramente, la jovencita exclama: “¡Es que tú eres el país!”… Y, al decir esto, mueve su vista hasta Herminio, diciéndole: “Y, tú también eres el país!… Síganme, que quiero mostrarles una iniciativa de mi fundación!”…
Esa que así les habla, es Frindy Martínez, una emprendedora cuyas ideas han sido orientadas a crear una propuesta concreta destinada a generar el bienestar social… Una misión que ha transmitido a un grupo de voluntarios que, ataviados de trajes de etiqueta, guantes blancos, caras pintadas de blanco que les permiten hacer mimos perfectos, sostienen en una de sus manos un sencillo letrero que invita a parar la marcha a aquellos choferes y motoristas desaprensivos que, agresivamente, en muchas ocasiones tienden a violar una luz roja, o el paso de peatones –niños con sus padres, personas muy mayores, impedidos físicos-… Mientras levantan su aviso, con la otra mano enguantada en blanco invitan amablemente a los caminantes a hacer uso de sus derechos como ciudadanos.
El caminar libremente y protegidos, les permite a Píndaro y Herminio observar la reacción de los choferes ante la ocurrencia creativa que tienen frente a ellos…
Están siendo educados sin proponérselos… La participación de los que esperan por su luz verde para proseguir es entusiasta, y en sus rostros asoman sonrisas en unos, y asombro en otros… Un gesto de la Fundación ‘Tú eres el país’ que les hace partícipes de un compromiso con el desarrollo de una base ética –hasta este momento desconocida- en esa nueva, sencilla y eficiente práctica educativa…
Al estar ya en el otro lado de la acera, se vuelven a mirar hacia el ‘paso de cebra’, cuyo brillante color blanco les transporta a ciudades altamente civilizadas cuyo corazón es el respeto por los demás…
En ese momento, ambos olvidan que están parados en medio de una esquina de alto tránsito y que deben continuar hasta la meta que habían planificado…
Justo al llegar a la Calle 30 de Marzo con El Sol, una alegría les arropa mientras sus miradas se cruzan paradar lugar a pensamientos de enorme satisfacción… Frente a ellos, ahí están de nuevo los mimos de la fundación esforzándose en que los peatones puedan cruzar la calle y, al mismo tiempo, ser respetados en su intento… Una vez más, se sienten que ellos son el país… Es ahora cuando Píndaro expresa: “¡Mira siempre adelante… Si miras a tus pies, vas a tropezar!”.