La procuradora general de la República, Miriam Germán Brito, reveló que durante su gestión en los últimos cuatro años ha sido víctima de feroces e irracionales ataques y descalificaciones tanto desde dentro como fuera de la institución.
«Estos han sido cuatro años que no han sido fáciles, con descalificaciones internas y externas, feroces e irracionales ataques, donde está ausente cualquier huella de equilibrio y hasta honestidad», sostuvo la magistrada, quien añadió: «He visto a quienes nunca te reconocen nada, también a quienes te ayudan siempre a levantarte y te dicen ‘adelante'».
Continuó diciendo: «Aunque podría decirse que ya no está de moda, mantengo la idea de que la ética no debe estar ausente de la política y menos aún del servicio público. También hablo de una ética universal y humanista”.
Asimismo, durante su alocución, Miriam Germán señaló que el inicio de esta gestión se dio en un momento institucional complejo, cargado de muchos cuestionamientos que proyectaban hacia afuera un órgano carente de legitimidad y con tachas éticas que tuvieron como resultado procesos todavía en curso. «Es en ese escenario que me tocó el enorme cometido de reencauzar el órgano persecutor por el cauce de la legalidad y la transparencia, y de imprimir la huella del apego al debido proceso y a los derechos fundamentales», pronunció.
«Intentar transformar una cultura enraizada, cual quesea, genera mucha resistencia, y eso es connatural al ser humano. Incomoda dejar atrás patrones que se convierten en práctica común, sobre todo cuando son promovidos por la autoridad competente, aunque reconozco que siempre encontré total disposición por parte del equipo para seguirme en la aventura, sin lo cual nada hubiese sido posible», añadió la procuradora.
Sin embargo, indicó que si algo la ha caracterizado en estos 4 años ha sido la capacidad de “dejar hacer”. Es decir, de respetar la sabia autoridad de cada fiscal en su ámbito de actuación, interviniendo solo cuando hubo razones válidas para hacerlo, «como cuando fue necesario definir directrices claras para garantizar la protección de los derechos de poblaciones en mayor riesgo de vulnerabilidad, o para unificar criterios en la persecución penal de ciertos delitos», dijo.
«No es apegado a la verdad decir que no tuve serias diferencias en muchas ocasiones con mis pares, alcanzando consenso respecto de algunas y no llegando a acuerdos respecto de otras. La visión que tengo de la forma de conducir esta institución no es compartida por muchos, y no está mal, pero lo que no me pude permitir fue claudicar ante la presión de sectores que entienden que la Justicia es un juego de intereses individuales y no una vocación sagrada: mis principios se imponen ante todo», expresó Miriam Germán.
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