Este fin de semana estuve en Bávaro y como no iba conduciendo, pude constatar el enorme deterioro que acusa la otrora hermosa “Autopista del Coral”. Y nos referimos a hermosa, no porque el entorno haya cambiado, sino el estado en el cual se encontraban las barreras que protegen a los conductores en el caso de salirse, por un motivo válido, de los carriles de rodaje.
Las vallas retorcidas, algunas atentando peligrosamente a los vehículos que circulan a una velocidad de crucero cuyo tope señalado es de 100 Km/hora el cual casi nunca es respetado pone en peligro un fluido tránsito que se observa, sobre todo en los fines de semana, aunque observé uno que otros agentes de la Policía con unas motocicletas que creemos son susceptibles de alcanzar a aquellos que violen la ley.
Concomitantemente con las bardas retorcidas, se aprecian varios cortes los cuales han sido abiertos por lugareños que para no tener que llegar a un retorno autorizado, cortan el vallado y se las agencian, especialmente cuando son vehículos 4 x 4 y se atraviesan en la vía contraria. En una ocasión observé, que estando el césped mojado por un fuerte aguacero, la camioneta que al parecer no tenía tracción en las cuatro ruedas, dio un salto que se detuvo en la vía contraria y no hubo un grave accidente por la pericia del vehículo que venía.
Sería aconsejable, que el Ministerio de Obras Públicas y Comunicaciones (MOPC), estableciera una especie de “peones camineros”, a los cuales se les asigna determinado número de kilómetros a vigilar y estos, si se produce un bache, un obstáculo en la carretera u hoyo causado por caer sucesivamente vehículos en él, lo cual, en muchos casos por tratar de evitarlos, causan un grave accidente al maniobrar bruscamente el vehículo que le sigue.
Hemos escuchado al ministro de Obras Públicas afirmar que se está ampliando la Autopista Duarte. En realidad, lo único positivo es que se han eliminado las barreras en los tramos rectos y se ha procedido a rellenar el espacio ocupado por estas. Si bien esa acción aumenta uno o dos metros el ancho de la vía, no es menos cierto, que el conductor que pierde el control, en lugar de chocar con la barrera, caerá en las cunetas en V que dividen los carriles de ida y los de vuelta.
Creemos que el dinero obtenido como peaje, o sea el cobro por el uso de la vía, se debe utilizar en el mantenimiento absoluto de las carreteras sujetas a este tributo. Es inconcebible, especialmente en el tramo que bordea La Romana, que se encuentren sucesivamente varios baches que obligan a frenar bruscamente a los conductores, o lo peor del caso, realizar un viraje sorpresa que puede tomar de sorpresa al que le sigue y de ese modo ocurrir una desgracia mayor.
Y ya que hablamos de peaje, en ninguna acepción de ese término hemos encontrado el famoso “peaje sombra”, que todavía no obstante tener todos los conductores en contra, el mismo se ha mantenido incólume. Sin embargo, con la designación del doctor Emmanuel Esquea para estudiar su inconstitucional aplicación, los constructores colombianos, respaldados por los dominicanos que consintieron esa felonía, continúan aumentando el mismo en pequeñas sumas para no destapar las protestas.
El turismo que fluye hacia la bahía de Samaná, ha sufrido este desvarío por varios años sin que hayan valido protestas pacíficas para bajarlo sustancialmente. No debemos olvidar, que esto quiso hacer el mismo ministro que suscribió el “Sombra”, para el tránsito hacia Santiago y edificó un costoso peaje en el lugar denominado La Penda y todos los que viajan al Cibao, después de violentas protestas que hasta hubo muertes, el peaje fue anulado y posteriormente destruido por el embate de una patana que se incendió en el mismo, perdiendo el Estado dominicano, más de 80 millones de pesos.
El MOPC debe establecer como apuntamos, una especie de peones camineros que le den mantenimiento perenne a los tramos que se les asignen. De ese modo, se evitará tener como en la actualidad, que reparar y reacondicionar grandes tramos con las consecuentes molestias a los usuarios. ¡Ojalá se nos escuche!