Llamar moderno al Código Penal que pretenden aprobar nuestros legisladores, en su mayoría pertenecientes al PRM, es una herejía, una burla o, peor todavía, una muestra de cinismo al que parece tendremos que acostumbrarnos. Pero en lo que nos acostumbramos provoca irritación escuchar al presidente del Senado, Ricardo de los Santos, garantizar su aprobación antes del 26 de julio, “para dotar al país de un marco legal moderno adaptado a los nuevos tiempos”.
Es imposible aceptar, sin embargo, que en nombre de esos “nuevos tiempos” se pretenda crear una justicia especial para que sean los militares los que se juzguen a sí mismos cuando cometen algún delito. Mucho menos después de saber, gracias al caso de corrupción bautizado como Operación Coral, en el que el Ministerio Público acusa a un grupo de militares de integrar un entramado corrupto que habría estafado al Estado con más de tres mil millones de pesos, y donde por boca de uno de los imputados nos enteramos sobre la forma en que funcionan las cárceles militares. Si ese Código “de los nuevos tiempos” estuviera vigente, ¿estarían hoy ante un juez respondiendo por sus presuntos delitos?
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¡Claro que no! Y eso la sabe usted, lo sé yo y lo saben también los señores legisladores, que tampoco pueden argumentar que es moderno y adaptado a los nuevos tiempos considerar que las “pelas” que convirtieron en un método de “corrección y disciplina” nuestros padres y abuelos, que dejan un margen demasiado amplio para el maltrato infantil, no son expresión de violencia.
Es evidente, como señalé al principio, que nuestros legisladores ignoran el verdadero significado de la palabra moderno, como también lo es que tampoco lo tienen muy claro en el partido de Gobierno, corresponsable, aunque ahora se quiera hacer el desentendido, de todo lo que ha ocurrido en el Congreso con el Código Penal con el que quieren regresarnos a un pasado que debimos haber superado hace tiempo.