Monasterio Español de Sacramenia, un vestigio de la Europa medieval en Miami

Monasterio Español de Sacramenia, un vestigio de la Europa medieval en Miami

Miami .- En medio del bullicio urbano de North Miami Beach (Florida, EE.UU.), una ciudad con apenas cien años de historia, se erige uno de los monumentos más antiguos de Estados Unidos, un monasterio español que transporta a sus visitantes a la época medieval.

Con tan solo atravesar las más de 2.000 libras de un portón de hierro forjado a mano, nos trasladamos al siglo XII, al Monasterio Español de Sacramenia en Segovia, a la historia de una edificación que ha sufrido fuego y expoliación.

La construcción del Monasterio y los Claustros de San Bernardo de Claraval comenzó en 1133, casi 350 años antes de que Cristóbal Colón zarpara al Nuevo Mundo y que Ponce de León desembarcara en la Florida un Domingo de Resurrección de 1513.

En principio, la obra se elaboró en estilo románico, no obstante, según Gregory Mansfield, ministro de la congregación adyacente a la Iglesia Episcopal del recinto, con las cruzadas algunos monjes que viajaban a Francia comenzaron a enamorarse del estilo gótico predominante en aquel país.

“Cuando regresaban, le pedían a los arquitectos que implementaran ese estilo, pero ellos no estaban familiarizados con el mismo, así que los mandaron a estudiar a Francia y al regresar terminaron los claustros (que hasta entonces tenían estilo románico), en estilo gótico”, comentó.

Ocho años más tarde, en 1141, el rey Alfonso VII de León dejó inaugurada la ecléctica edificación bajo el nombre de “Monasterio de Nuestra Señora Reina de los Ángeles”, título que cambió tras la canonización del monje Bernardo de Claraval, en cuyo honor se renombró el lugar que albergó a monjes cistercienses durante los siguientes 700 años.

En medio de la Revolución europea y la agitación social de 1830, los claustros de la iglesia (galerías con columnas que rodean un jardín o patio interior) se vendieron y pasaron a ser establos, sirviendo, por los 95 años siguientes, como alojamiento de ganado.

No fue hasta 1925 cuando el magnate de la prensa William Randolph Hearst (sobre el que se inspiró Orson Wells para el personaje de “Ciudadano Kane») visitó el lugar y decidió comprar el claustro, la sala capitular y el refectorio del conjunto por 500.000 dólares. Según Lloyd Stenette, padre de la iglesia episcopal actual, Hearst planeaba reedificarlos como cercado para su piscina en una finca de California.

Fue así como se desmantelaron más de 800 años de historia, piedra por piedra. Cada pieza del monasterio fue numerada, empaquetada en heno y enviada a Estados Unidos en 11.000 cajas; no obstante, debido a un brote de fiebre aftosa que afectaba a España, a su llegada a Nueva York, por miedo a que el heno portara la enfermedad, el Departamento de Agricultura abrió las cajas e incineró el contenido.

Con la “Gran Depresión” de 1929 en Estados Unidos, los problemas financieros de Hearst se intensificaron por lo que se vio forzado a vender su preciada “colección».

Las piedras, que habían requerido el esfuerzo de 23 hombres y tres meses de trabajo para ser limpiadas y realmacenadas, quedaron guardadas en cajas al azar en un depósito de Brooklyn por 26 años, hasta que en 1952, William Edgemon y Raymond Moss, unos inversionistas de Miami, decidieron comprarlas y convertirlas en una atracción turística en North Miami Beach.

En 1964, a un costo de 1.5 millones de dólares (más de 13 millones de dólares actuales), terminaron de reconstruir las salas, completando el conjunto con piezas de diferentes edificaciones, como la docena de escudos de armas colocados en los pasillos del claustro y que en realidad pertenecen a la Casa de Alburquerque del monasterio de San Francisco de Cuéllar, también en la provincia española de Segovia.

“Esta joya arquitectónica es el resultado del trabajo de cristianos, judíos y musulmanes”, aseveró Mansfield. Los canteros y arquitectos provenían de las tres religiones abrahámicas”, apuntó el clérigo, quien explicó que a pesar de las “leyes de Jim Crow” aún vigentes en la década de 1950 y que propugnaban la segregación racial en todas las instalaciones públicas, por estos predios, blancos y negros trajinaron al unísono.

“Los canteros negros oriundos de las Bahamas trabajaron mano a mano con los blancos para lograr reconstruir estas paredes”, agregó con profunda certeza ya que en los archivos del monasterio cuentan con antiguas fotografías y bastante documentación que avalan dicha cooperación interracial.

Sin embargo, “el rompecabezas más grande de la historia”, calificativo con el que la revista Times denominó el esfuerzo de la reconstrucción, resultó en un fracaso financiero de Edgemon y Moss, ya que con el levantamiento de la autopista US1 en sustitución de la Dixie Highway (en ese momento la mejor ruta para atravesar Miami y llegar a los Cayos), “de repente se vieron atrapados con una atracción turística en una ruta sin turistas”, según explicó Mansfield.

“No anticiparon el plan interestatal del presidente Eisenhower, perdieron hasta la camisa en el acuerdo y terminaron vendiendo los claustros a la Iglesia Episcopal por mucho menos del costo original”, agregó. Según Tania Witten, organizadora de eventos del monasterio, el lugar se ha transformado en un local solicitado para oficiar bodas, fiestas quinceañeras e incluso para filmar vídeos musicales como el sencillo “Por ser tu mujer”, de la cantautora mexicana Natalia Jiménez, filmado en 2011.

“Llega gente de todos lados, se enteran por plataformas como Yelp, Tripadvisor, guías turísticos…”, dijo Witten sobre el poder de las redes sociales que se han convertido en la mejor forma de atraer visitantes a este “gran tesoro que poca gente conoce”, como lo describió el padre Alberto Cutié, quien tras un escándalo mediático contrajo nupcias en la capilla del monasterio en 2009. Según las cifras del padre Mansfield, anualmente le dan la bienvenida a alrededor de 50 mil visitantes, y, tan solo el año pasado, abrieron las puertas a 2.000 niños de diferentes centros educativos de Miami. “No creo que pudiéramos manejar más de ahí”, afirmó.

“Los que trabajamos en el monasterio somos simplemente mayordomos de esta pieza de la historia medieval con la responsabilidad de conservarla para aquellos que nos precedan y compartirlo para que la gente pueda disfrutarlo ahora”, detalló.

Por otra parte, la congregación de San Bernardo de Claraval es una comunidad religiosa activa y creciente en la Diócesis Episcopal del Sureste de la Florida y como un fiel reflejo de Miami, está compuesta equitativamente por negros, blancos e hispanos y las nacionalidades representadas incluyen polacos, iraníes, franceses y haitianos.

Por más de 880 años el antiguo monasterio español ha sido un lugar sagrado y un respiro de las preocupaciones del mundo. Turistas, arquitectos y peregrinos acuden tanto a explorar la historia, como a pasear por los jardines o a meditar en las capillas.

La atmósfera “medieval” del monasterio se percibe en todos los rincones del lugar, en los vitrales de los pasillos que rodean el jardín con casi mil plantas, en las estatuas y fuentes dispuestas en el patio de 15 acres o en el elaborado trabajo de los techos, las columnas y los arcos; así como en las mesas de piedra sacramentales, el campanario o la fuente bautismal.

“Si estas paredes pudieran hablar, qué historias nos contarían”, se preguntó Mansfield, quien cree que aparte de su belleza, el Monasterio Español de Sacramenia tiene bastantes lecciones que enseñarnos.