A veces, la historia de una exposición se asemeja a un cuento. Una mañana, Lucía Marte llegó al Palacio de Bellas Artes y expresó que le gustaría exponer en la Galería Nacional. Nunca había presentado una exposición individual, tampoco tenía publicaciones acerca de su trabajo, pero estaba acompañada de dos grandes piezas, hechas por ella, dos personajes que había llamado “Íntimo” e “Íntima”.
La revelación fue tal que se le pidió hablar de su proyecto y traer otras obras. ¡La sorpresa se volvió encanto, y así Lucía Marte tuvo la oportunidad de presentar su primera muestra individual en un “sitial” donde se suele exponer el trabajo de artistas conocidos y confirmados! La artista se concentró y se “afanó” días y noches… Surgió un mundo de casi 500 piezas, de tamaño real que daban vida al campo dominicano y a la naturaleza.
Un milagro no siempre llega solo… Otro artista, este muy conocido y reputado, Salvador Bergés, designado por la Dirección General de Bellas Artes, fue el encargado de la museografía y el montaje. Realizó una escenografía estupenda, agregando lienzos pictóricos suyos, construyendo un ambiente insólito en aquel marco palaciego… Así nació, fruto de una intensa labor compartida, “Monte adentro… con Lucía”, una verdadera primicia en todos sentidos.
La exposición. Un gran módulo central y dos laterales conforman la exposición. Podríamos considerarla como una instalación, fuera de normas e increíblemente atractiva, que de inmediato cautiva las miradas.
Aquí instalación es sinónimo de un conjunto que reúne y distribuye centenares de elementos escultóricos.
En una primera aproximación se valora esta obra impresionante, a la vez única y múltiple, como “arte naïf”, o sea una creación espontánea que brota a la vez del talento y de las voces interiores del artista, dictándole conceptos y elaboración, con un propósito incuestionable de identidad.
Sin embargo, hay aquí mucho más, y podríamos hablar de “arte ecológico”, una categoría a incentivar y favorecer…
Todas las piezas se confeccionaron en papel reciclado, de periódicos y revistas, combinando y aprovechando sus colores y consistencia.
Lucía Marte tiene una convicción y una exigencia absolutas al respecto. Ella no tolera el plástico, ni materias compuestas que atentan contra el medio ambiente. Su obra corresponde a su fe.
Si se necesita pintar, añadir colores, será con pigmentos minerales, procesados por ella misma. Luego, las percepciones se multiplican, haciendo escuchar sonidos propios del entorno, hasta buscando un olor a guayaba…
Encanto y canto a la naturaleza. Cada pieza, hasta la más pequeña tiene su importancia… y su lugar. En camino -tal vez- desde la ciudad para algunos, los huéspedes de Lucía, de pie, sentados, cosechando, contemplando, dominan su territorio-tierra, cubierto de heno. Inmersas entre ellos, reposan las frutas tropicales y, sobre todo, las aves… las gallinas con decenas de huevos y cientos de pollitos- ¡confeccionados por Lucía!-, una visión extraordinaria. ¡Parecen vivas, expresivas, atentas y cuidando a sus crías!
Pero también nuestra artista ha imaginado pájaros volando… dispuestos en los paneles laterales, donde las hermosas telas de Salvador Bergés parecen guiarnos hacia la profundidad campestre… Lucía llevó la identificación con la naturaleza hasta colocar matas de plátano y otras plantas, junto a sus pobladores, aunque dejando siempre el impacto visual a las criaturas, y Salvador Bergés extremó la mejor repartición y ubicación de estos inspirados componentes, donde no faltan dibujos.
Lucía Marte no solamente modeló esculturas de los más variados formatos y formas –según su representación–, sino que agregó cuarenta dibujos a color, ritmados, cromáticamente vibrantes, atractivos, que ella trazó sobre un papel artesanal… ¡manufacturado por ella misma!
Mirando este deleitable panorama natural, no dejamos de evocar los cuentos de Juan Bosch, y que ciertamente el profesor, tan sensible al arte, se hubiera fascinado con la obra de Lucía Marte, su dominicanidad, su sinceridad, su nivel creativo… en base a las cosas simples y auténticas del país que solamente el arte y la literatura pueden perennizar.
Educación y talleres. Aunque sea un reto mover y volver a disponer una exposición tan compleja y generosa, convendría que esta pueda viajar y presentarse en otros lugares, como un testimonio de valores preservados, susceptibles de acceder a todos, sin la menor concesión a la calidad, desde la concepción y la ejecución esmerada hasta el montaje.
Sería igualmente un tema de talleres, la índole ecológica y los materiales –alcanzables y prácticamente sin costos–, adecuados para motivar a los muy jóvenes, a sus dotes artísticos y la esencial preocupación por la salvaguarda de los recursos naturales, Por cierto, la apasionada Lucía Marte cuenta con una experiencia sólida en esa clase de actividades.
Afirmamos que esta exposición, tan distinta, en sí constituye un acontecimiento, algo nuevo e inesperado, ¡esperamos que le guste a todos! El arte es infinito, y desde lo más sencillo y cotidiano de la cultura popular, pueden conseguirse logros muy interesantes, memorables e inesperados.
Algo más de Lucía Marte
Lucía Marte, que desde la niñez, se interesaba por el arte, se graduó en la Escuela Nacional de Bellas Artes, donde recibió varios premios y cursó luego materias especializadas. Ha tenido responsabilidad de gestora cultural e impartido muchos talleres. El reciclaje y el uso del papel han motivado sus investigaciones y la realización de sus obras escultóricas. “Monte adentro con Lucía” es su primera exposición individual.