Testigos hablan de sus vínculos financieros con los imputados de soborno; juicio continúa el lunes

El Ministerio Público concluyó ayer la presentación de las pruebas testimoniales contra los imputados en el caso Odebrecht, con la deposición de cuatro testigos, incluido el director del Instituto Nacional de la Vivienda (Invi) Carlos Bonilla Sánchez, quien estuvo asociado en dos proyectos inmobiliarios con el encartado Roberto Rodríguez.

Los demás testigos a cargo del MP escuchados por el Tribunal fueron el empresario Pedro Antonio (Tony) Rivera; el ingeniero tasador Jonathan Ramírez Pérez; y el ingeniero Vinicio Galán Antonio Grullón.

Primera puja. El testigo Bonilla Sánchez, quien dijo que antes de ocupar el cargo se dedicaba a la construcción y venta de proyectos inmobiliarios, declaró que se asoció con el exdirector del Inapa para construir el proyecto Terraza San Isidro (Terraza del Caribe) de 136 apartamentos.

Explicó que cada uno hizo un aporte inicial de US$800,000, y que Rodríguez le dio su parte en cheques, algunos emitidos por la familia Rizek, a quien el exfuncionario le había vendido un solar.

Indicó que con esos recursos compraron los terrenos donde levantaron el proyecto inmobiliario cuya inversión total no recordó.

“Sí, recuerdo que el monto que él (Rodríguez) invirtió fueron 800,000 dólares; que después que tú compras el solar y diseña el proyecto empieza a recibir dinero de clientes porque tú vendes en plano; después que tienes un porcentaje de los proyectos vendidos solicita un financiamiento al banco, que también invierte dinero, entonces todo ese dinero está mezclado en la compañía”, explicó.

Agregó que después que ese proyecto fue exitoso y se cobró parte del dinero, hicieron otro en la avenida Independencia llamado “Terraza del Farallón” con más de 120 apartamentos, utilizando el mismo procedimiento que el anterior, es decir, vendiendo en plano y solicitando financiamiento.

Dijo que después del caso Odebrecht él le compró su parte de la compañía a Rodríguez “obviamente para no verme involucrado, y porque él necesitaba dinero para pagar su abogado”.

Dijo que ahora los socios de la empresa son él, su mamá, y otros a quienes no identificó.
Andrés compró fiao. El testigo del MP con el que el Rivera procuraba demostrar que Andrés Bautista García compró diez inmueble en la provincia Duarte, incluidos nueve un mismo día, declaró que la finca que el exsenador le compró a su padre “a principios de los años 2000”, no tenía dinero para pagar los RD$5 ó RD$6 millones que calcula podría valer en ese tiempo.

Dijo que que la finca cerca de San Francisco de Macorís, al comprarla tendría unas 2,000 o 3,000 tareas, y que eran varias, pero que no recordaba cuántas. Cuando se le preguntó cómo pagó Bautista García la tierra comprada el testigo contestó: “Me luce que fue negociado. Tenía poco dinero, dame chance, y se repartió en algunas cuotas, es lo que yo recuerdo”.

De toda la vida. Rivera dijo que conoce a Bautista García y a su familia “desde toda la vida” porque los padres de ambos además de amigos y compadres eran socios en un negocio de carnicería en el Cibao, y que el papá del exsenador era el administrador.

Dijo que aunque no conoce en detalles las actividades de Bautista García, sabe que es una persona que ha estado mezclada al sector agropecuario.

Un hueso duro de roer. Así le salió al imputado Tommy Galán el testigo Ramírez Pérez, con quien el MP se proponía determinar el valor real de tres inmuebles del exsenador por San Cristóbal.

En un interrogatorio de cerca de hora y media, sin receso, la defensa técnica de Galán, encabezada por José Ricardo Taveras, solo lo pudo poner en “entredicho” cuando admitió que algunas de las valuaciones las hizo desde la calle, otras con información de agente inmobiliario, y otra de forma comparativa tomando en cuenta que en los proyectos de apartamentos las características son homogéneas, porque no tuvo acceso a ellas; que el Ministerio Público no lo proveyó de ninguna autorización judicial para que pudiera realizar sus indagatorias.

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De toda la vida
Rivera dijo que conoce a Bautista García y a su familia “desde toda la vida” porque los padres de ambos además de amigos y compadres eran socios en un negocio de carnicería en el Cibao, y que el papá del exsenador era el administrador.