De acuerdo con el código penal de Paraguay la fiscalía tendrá seis meses para reunir pruebas de los supuestos delitos y solicitar, eventualmente, un juicio oral y público.
ASUNCIÓN .— Son pocos los escándalos y crímenes que interrumpen la tranquilidad del pueblo de Limpio, a unos 25 kilómetros de la capital de Paraguay, pero el caso de un sacerdote señalado de acosar sexualmente a una catequista puso a esta diminuta población y a su arquidiócesis bajo la mira de la prensa y la justicia.
Una jueza ordenó hace una semana la detención del cura de manera preventiva, aunque todo comenzó en diciembre de 2016 cuando una joven de 21 años presentó una denuncia en la que afirmaba que el párroco Silvestre Olmedo, de 57 años, tocó su espalda y senos mientras estaban solos en la casa parroquial. «El manoseo ocurrió en septiembre pasado, cuando yo estaba por escribir una nota en la computadora y le pedí ayuda al padre para la redacción», dijo Alexandra Torres, quien aceptó identificarse con The Associated Press.
Torres es estudiante de Arquitectura y voluntaria del centro de catecismo del templo San José.
«Me sentí agredida por el sacerdote. El hecho lo comenté a mis compañeros de catequesis y a mis padres, quienes me apoyaron para recurrir a la fiscalía», agregó.
Hasta el momento el sacerdote no se ha pronunciado sobre las acusaciones, pero su abogado precisó que la imputación fiscal no coincide con la denuncia de la joven.
En un país con más de 80% de católicos, este caso ha golpeado a la jerarquía eclesiástica paraguaya. «¿Qué pasa con la imagen de la Iglesia actualmente, con las denuncias en tribunales de abusos sexuales? Como institución está fuerte y continuará fuerte porque tiene más de 2.000 años y peores situaciones enfrentó y aguantó», dijo a AP José María Troche, analista católico y jefe de prensa de la visita papal de Juan Pablo II en 1988. Sin embargo, aclaró, «Paraguay es una comunidad pequeña y estas denuncias de abusos sexuales golpean bajo la moral de esas comunidades como la de Limpio».
Las acusaciones de Torres fueron ampliamente difundidas por los medios de comunicación de Asunción y la crispación social creció tras la publicación de una carta que el arzobispo de la ciudad, monseñor Edmundo Valenzuela, dirigió a los catequistas de Limpio. En ésta Valenzuela recomendaba que las presuntas víctimas encararan primero a sus acusados -o a otros miembros de la Iglesia- y evitaran recurrir a la prensa, ya que esto podría transformar «una piedrita» en una «montaña». Aunado a lo anterior, el arzobispo anunció que el sacerdote acusado había sido destituido y enviado a rezar a una casa de retiro espiritual.
El pueblo de Paraguay no tardó en mostrar su indignación: las redes sociales estallaron en críticas ante lo inverosímil que resultaba comparar el acoso sexual con una «piedrita» y la gente se negó a aceptar que el escándalo fuera remediado con rezos.
«Me sentí frustrada e indignada por las expresiones del arzobispo. ¿Cómo una autoridad eclesiástica (puede) minimizar el acoso de un párroco? ¿Por qué no lo expulsó del sacerdocio? Me siento agredida porque el arzobispo parece que defiende a Olmedo y no se solidarizó con las víctimas», expresó Torres.
Si bien no se han registrado otros casos recientes de acoso en Limpio, la denuncia de la joven no pasó desapercibida ante la justicia de Paraguay. En días pasados la fiscal Luciana Ramos imputó al sacerdote por los presuntos delitos de abuso sexual, coacción sexual y violación de la autonomía sexual.
El párroco recibió el beneficio de enfrentar las acusaciones en libertad siempre que se presentara ante el juzgado de garantías para confirmar su estancia en el país, pero le fue revocado el miércoles cuando se ordenó su detención de manera preventiva mientras la investigación sigue su curso.
El proceso se vio interrumpido cuando Olmedo fue internado en un hospital de Limpio debido a síntomas de aparente cardiopatía y finalmente ingresó al penal de Emboscada -a 40 kilómetros de Asunción- el sábado por la tarde.
De acuerdo con el código penal de Paraguay la fiscalía tendrá seis meses para reunir pruebas de los supuestos delitos y solicitar, eventualmente, un juicio oral y público. De ser encontrado culpable Olmedo podría ser condenado a una pena de hasta 15 años de prisión.
Antes de que se ordenara la detención de Olmedo la imputación de la fiscal fue apelada por Luis Barrios, el abogado del acusado, quien aseguró que Torres sólo denunció manoseo y la fiscalía agregó «coacción sexual», lo que implicaría uso de violencia que, según el defensor, nunca existió. «Mi cliente dijo que sólo hubo un roce por abrazo a la distancia», puntualizó en conferencia de prensa.
El tribunal rechazó la apelación y detalló que la discusión sobre los delitos se producirá más adelante, cuando el proceso penal esté en marcha.
En el país no hay estadísticas recientes que documenten casos de acoso o abuso de sacerdotes hacia mujeres o menores de edad, pero un informe presentado por ONU Mujeres en enero de 2017 establece que hubo 285 casos de coacción sexual entre 2011 y 2014. En todos los casos fueron perpetrados por familiares.
La AP solicitó una entrevista con el arzobispado, pero no fue aceptada de inmediato. Sin embargo, el arzobispo Valenzuela emitió un comunicado donde reconoció que su modo de comunicarse con los catequistas de Limpio no fue el adecuado. «Sobre todo por dar lugar a interpretaciones que crearon confusión por el lenguaje usado. Pido perdón si mi expresión ha sido inadecuada… En ningún caso fue mi intención minimizar el hecho».
Por su parte, el nuncio apostólico del Vaticano, monseñor Eliseo Ariotti, dijo en conferencia de prensa que Olmedo no sólo está siendo procesado por la justicia civil sino también por el derecho canónico. «La Iglesia no quiere interferir en la justicia civil y cuando ella dé su resolución, la Iglesia también dará la suya», especificó.
Torres renunció a sus actividades parroquiales en Limpio tras el incidente con el sacerdote.
Ahora hay un nuevo párroco en Limpio. Su nombre es Aldo Bernal y dice estar dispuesto a reorganizar la pastoral juvenil. «Pedí perdón a las víctimas como nuevo encargado de la parroquia por los daños morales y espirituales que sufrieron, aunque yo no fui el actor», dijo a AP.
En un breve recorrido a través de la modesta parroquia, Bernal dijo que desde que asumió funciones no ha permitido que se realice ninguna reunión pastoral en la casa. «Todas se cumplen en el templo abierto. No más puertas cerradas».
A partir de ahora, los encuentros ocurrirán en estancias donde las puertas están hechas de vidrio, para que cualquiera pueda observar lo que ocurra al interior.