No necesitas ser la mujer maravilla y hacerlo todo, si en tu vida Dios hace maravillas, eso lo es todo.
Esto aprendí en el libro de Jueces 4:4-16, cuando a la valiente y guerrera Débora el Señor le dio la visión de terminar con la crueldad a la que estaban sometidos los israelitas durante veinte años, por el general Sísara y su ejército.
El Señor le encargó a Débora que mandara a llamar a un hombre fiel y valiente, el juez Barac, para que se enfrentara a Sísara. Débora, a parte de recibir del Señor la visión y la confirmación de la victoria, animó a Barac a pelear por su pueblo, quien junto a sus hombres terminaron con la vida de todos sus enemigos.
Pero… ¡el peor de todos, había escapado! Sísara, que tanto dolor causó al pueblo de Dios, al ver la derrota de todo su ejército salió corriendo. Más llegó al lugar menos indicado a pedir ayuda, a casa de Jael, una mujer que conocía la maldad de este hombre y cómo oprimía a la gente.
Jael no tenía tiempo que perder, así que invitó a Sísara a entrar en su casa. Él le pidió que no dijera a nadie que se había escondido allí. Entonces Sísara, muy confiado se acostó a descansar, y Jael lo cubrió con una manta. Cuando él le pidió agua, ella le sirvió leche tibia. El hombre no tardó en quedarse profundamente dormido. En eso, Jael agarró una estaca y un martillo. Se acercó despacio a él y le clavó la estaca en las sienes. Y así murió Sísara, a manos de Jael.
¡Una mujer había derrotado al poderoso Sísara!
Me encantó saber que estas palabras salieron de la boca de Débora: “Bendita sea entre las mujeres Jael, Mujer de Heber ceneo; Sobre las mujeres bendita sea en la tienda.” Cántico de Débora y Barac. Jueces 5:24
Evidentemente, Débora no envidió la honra que Jael recibió, pues para ella lo más importante era que se cumpliera la palabra de Jehová. Ella sabía que la función que Dios había delegado en ella era suficiente y que NO TENÍA QUE HECERLO TODO. Sabía, que al Dios que ella le servía, en su soberanía, podía levantar una de su género para darle la victoria a Israel, y esa era Jael.
No necesitas ser la mujer maravilla y hacerlo todo, si en tu vida Dios hace maravillas, eso lo es todo.
El Señor nos instruye en su Palabra a través de historias fascinantes. Te invito a navegar en las Sagradas Escrituras.
¿Y tú qué prefieres, ser la mujer maravilla o contar con las maravillas de Dios?