Mujer narra cómo un tuit le salvó de la violencia machista

Mujer narra cómo un tuit le salvó de la violencia machista

Laura Rapp recurrió a las redes sociales en busca de ayuda después de que su expareja intentara asesinarla ante la pasividad de la Justicia. Ahora, esta francesa acaba de publicar «Tuitear o morir» para decir «basta» a la violencia machista y mostrar «el infierno por el que las víctimas pueden pasar».

Rapp, de 33 años, cuenta en una entrevista con Efe que sobrevivió a un «intento de femicidio» y quiere transmitir con su libro «Tuitear o Morir» (Michalon) «un mensaje de esperanza» a otras mujeres, porque «hay luz al final de túnel».

Esta mujer sufrió durante varios años las agresiones y amenazas de su exnovio Frédéric, la última en abril de 2018 cuando trató de estrangularla delante de su hija de dos años.

Tras pasar diez meses en prisión preventiva, el 14 de febrero de 2019 (día de San Valentín) fue puesto en libertad condicional.

Pero lejos de acabar esta «pesadilla», su expareja incumplió la orden de alejamiento al acercarse a su casa y a la de sus padres, por lo que interpuso una denuncia ante la jueza de instrucción, de la que no obtuvo respuesta.

EL TUIT QUE CAMBIÓ SU HISTORIA

Tres meses después, y como último recurso debido ante el «abandono de la ley», Rapp decidió difundir su relato a través de Twitter ya que tenía «miedo a morir» a manos de su expareja.

En poco tiempo su mensaje fue compartido por 12.000 usuarios en la red social del pájaro azul, así como en Instagram y Facebook: «Mi teléfono móvil no dejaba de sonar. Era increíble», admite en su libro.

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Otras personas a las que conmocionó su historia, entre ellos periodistas de medios franceses, se comprometieron a ayudarle personalmente.

Unos días más tarde, Rapp se enteró por la prensa que Frédéric había vuelto a la cárcel. Y en diciembre de 2019 fue condenado a ocho años de prisión por tentativa de homicidio.

«Fue una carrera de obstáculos, por eso quise escribir este libro para mostrar realmente la realidad del proceso judicial que atravesé», rememora esta mujer en su vivienda de Maisons-Alfort, en la periferia de París.

Desde la publicación de su tuit, en mayo de 2019, numerosas víctimas de violencia machista han hecho uso de las redes sociales para dar a conocer sus casos. «Éramos muchas las mujeres que nos sentíamos abandonadas por la Justicia», señala Rapp.

Sin embargo, «es cierto que desde hace dos años se habla mucho de ello y nos hemos hecho visibles para los medios de comunicación, la sociedad civil y los políticos».

No obstante, Rapp piensa que los partidos políticos no van «suficientemente lejos» en la lucha contra la violencia machista, especialmente en lo que se refiere a la protección de las víctimas infantiles, y pide que haya tribunales especializados en la materia.

El pasado año noventa mujeres fueron asesinadas por sus parejas o exparejas en Francia, un descenso significativo en comparación con las 146 muertes que se registraron en 2019, según un informe del Ministerio de Justicia.

IDENTIFICARSE COMO VÍCTIMA DE VIOLENCIA MACHISTA

Rapp considera que al principio fue «difícil» identificarse a sí misma como víctima de violencia machista, más aún entre amigos y compañeros de trabajo: «Te sientes avergonzada y culpable de que te esté pasando a ti, pero en realidad le puede pasar a cualquiera».

«Presentar una denuncia es muy valiente porque requiere de mucho valor, especialmente cuando tienes hijos», expresa Rapp, quien sostiene que «cuando se perdona la primera bofetada a menudo es demasiado tarde».

la mejor salida para escapar de la violencia de genero

Con el nacimiento de su hija Alice la violencia se acentuó, pero Rapp declara que no habría tenido fuerzas suficientes para salir adelante sin la compañía de su hija, a quien describe como su «pequeña heroína».

«Tuve que luchar hasta el Tribunal de Apelación de Versalles para que se reconociera a mi hija como víctima y le retiraran a él la patria potestad».

En ese sentido, Rapp pide proteger a los niños que son víctimas de violencia machista, porque a la larga «pueden reproducir la violencia que ven en casa», como sucedió en el caso de su expareja.