Donald Trump, el expresidente de Estados Unidos sentenciado por un jurado de Nueva York culpable de cometer 34 delitos penales, alega que él está por encima de la ley y que no debería ser juzgado debido a las acciones realizadas durante su gestión en la Casa Blanca (2017-2021).
Un jurado comprobó más allá de toda duda razonable que Trump falseó, voluntariamente y con conocimiento, los reembolsos a quien entonces era su abogado Michael Cohen, convertido en testigo estrella de la Fiscalía, por valor de US$420,000 dólares con la intención de ocultar el pago a la actriz porno Stormy Daniels con quien sostuvo un amorío, antes de las elecciones del 2016.
Convicto es el reo a quien legalmente se le ha probado su delito, aunque no lo haya confesado y, conforme al dictamen judicial, se comprobaron 11 delitos relacionados con facturas de Cohen, 11 infracciones sustentadas en cheques firmados por el propio Trump y 12 transgresiones penales cometidas para mostrar supuestos reembolsos en los libros contables de Trump. En síntesis: compró el silencio para ocultar al electorado su relación sexual extramarital.
Puede leer: El acta de defunción del PRD
Pero, ¿quién es Trump? Es un agente inmobiliario sin carrera política, promotor de espectáculos de televisión y de farándula, como Miss Universo, y de boxeo, que sin haber salido del Congreso, de una gobernación o alcaldía, ganó la elección presidencial del 2016 favorecido por cierto carisma más dos razones fundamentales: la injerencia rusa en el proceso, es favorito de Vladimir Putin, y la parcializada revelación del director del FBI, James Comey, quien diez días antes de la elección, acusó a la predilecta candidata Demócrata, Hillary Clinton, de haber manipulado y utilizado su dirección personal de correo electrónico para enviar y recibir cientos de miles de mensajes oficiales durante su gestión como Secretaria de Estado, pero que no la procesaría ante la Justicia. Su candidatura se desplomó.
Trump ejerció una presidencia conflictiva y mediocre; negó la propagación del virus covid-19, que mató a más de un millón de personas en Estados Unidos.
No obstante, su peor crimen consistió en desconocer la victoria electoral de Joe Biden y conspirar para revertirla, provocando la insurrección del 6 de enero del 2021 frente al Capitolio en la que murieron policías y ciudadanos, alegando la comisión de un fraude electoral que jamás probó y que tanto el sistema electoral y la Suprema Corte de Justicia rechazaron por carente de base legal. Por ello, tiene juicio pendiente. Trump no es víctima del Lawfare, es un delincuente convicto que pone a prueba la institucionalidad democrática de Estados Unidos.