Y si lo hubiera hecho, esa gran cantidad de acontecimientos negativos no se hubieran producido. No hubiéramos tenido guerra de abril, ni gobiernos de Balaguer, ni del PLD. Si estuviera vivo tuviera que decir del PLD, en este momento, lo mismo que me dijo en Puerto Rico del PRD”.
“Bosch prende un cigarrillo Cremas sentado en una mecedora. Le explico la situación, expongo la necesidad de que venga, porque él es el líder. Encendió otro cigarrillo y se echó para atrás. Le dije: ¿Cuál es el mensaje que le manda al pueblo dominicano?”.
-Mire, compañero Napoleón, el mensaje que le mando es que el PRD es un cadáver hediondo y putrefacto, mal oliente, que hay que buscar un solar vacío donde tirarlo, le contestó el expresidente, recluido en Puerto Rico después de derrocado.
Allí le visitó Napoleón Núñez por encargo del Comité Ejecutivo de la organización.
Ante la sorpresiva reacción del exmandatario, Polón guardó silencio. “Estaba en su casa, debía ser respetuoso”. Pasados unos minutos manifestó: “Cuando me reúna con el Comité Ejecutivo voy a repetir lo que usted me dijo. Gracias por recibirme, hasta luego”.
José Francisco Peña Gómez, José Brea Peña, Máximo Lovatón, Manuel Fernández Mármol, integrantes del organismo perredeísta, no se alarmaron al recibir la información. Manifestaron que “era la forma de Bosch responder”, ante el Golpe.
Napoleón, sin embargo, se sintió decepcionado, como lo estuvo con Ángel Miolán el día que lo visitó junto a José Francisco en la embajada de Venezuela, donde estaba asilado, buscando orientación frente a la desestabilización.
– ¡Aquí no hay cupo para más gente!, reaccionó, pensando que ellos también intentaban refugiarse, cuenta Napoleón conteniendo el llanto.
“¿Qué hay que hacer en este pueblo?”, exclamó Polón.
– ¿Usted tiene armas? ¿Tiene recursos?, preguntó Miolán. Contestó que no, anunció que se marchaban y el embajador, conmovido por el rechazo, anunció a los muchachos:
-Voy detrás de ustedes, tengo placa diplomática.
“Para un joven de 20 años que va a visitar al líder, el mensaje de Bosch fue de liquidación total, pero nada, me dije, vamos a enfrentar la situación, no tenemos líder, vamos a crear uno: ¡José Francisco, te toca! Y Peña se fajó a trabajar intensamente”.
Volvió al lado de Bosch en 1966.
Núñez había estado junto al político desde que este regresó del exilio después de ajusticiado Trujillo. Fue como un padre y su más admirado dirigente. Conoció sus potencialidades y flaquezas.
En la convención de 1962, en el Ensanche Ozama, a Napoleón lo incorporaron al Comité Ejecutivo del PRD y fue secretario de Relaciones Públicas. Vivió el acuerdo al que llegó Bosch con Buenaventura Sánchez para que renunciara a la candidatura de vicepresidente “pero él lo traicionó, vino con la gente del Sur, tenía suficientes delegados y se impuso. Bosch pretendía que él se parara y declinara, pero hizo todo lo contrario. Cuando Bosch lo oyó se paró, se puso la boina y se fue”.
Cuenta que el aspirante a la presidencia “no aceptaba nada”. Se sentía engañado. “Había que buscar otra persona. Hablé con Washington de Peña, que era amigo de Eduardo Mejía, dueño de “Vidrios y plásticos”, y conocía a Segundo González Tamayo, que acababa de graduarse de médico, y lo recomendó. Washington le habló y él aceptó”.
Pero Bosch, agrega, “tenía siete días que no admitía a nadie y no quería que le hablaran de eso”, sin embargo, estuvo de acuerdo con González Tamayo “y lo recibió”.
“En la Casa Nacional, frente al parque Colón, nos reunimos varios compañeros. Apareció Buenaventura, puso su renuncia y juramentamos a Segundo Armando”.
La campaña. “La campaña de Bosch fue extraordinaria. Teníamos una lucha desigual con Viriato Fiallo: él contaba con todos los recursos del mundo: la Iglesia, los militares, los capitalistas… Nosotros éramos comunistas, ellos difundieron esa concepción”, narra.
Ese fue el discurso opositor, agrega, y a ello “se unieron Láutico García y los Movimientos de Acción Católica. Bosch atacaba a los tutumpotes, a los pescuezos largos. Cuando hablaba y se refería al PRD decía que éramos blancos como la comida del coco, como las sábanas blancas”.
“Lo de los hijos de Machepa fue un golpe duro que penetró. Al final, Viriato Fiallo tenía cinco látigos para golpear al país e hicimos con eso un afiche. Viriato carecía de sapiencia política, era bueno, buen médico, pero atrasado políticamente”. Bosch, en cambio, “dominaba el lenguaje y mostraba conocimiento de las masas”.
Relata el debate entre Bosch y Láutico. “Llevamos diccionarios de la Real Academia para que Bosch leyera lo que significaba comunista. Láutico concluyó aceptando que Bosch no lo era”.
Vencido el cura, “Bosch se lanzó a las calles y ganó abrumadoramente. A las 12:00 de la noche del 25 de diciembre lo proclamamos Presidente y no hubo objeción”.
Vestido con traje blanco de dril, Napoleón recibía a la prensa en el hotel Jaragua.
No aspiraba cargos, pero lo nombraron encargado de abastecimiento en Obras Públicas. “Mi lucha no ha sido por puestos”.
“El Gobierno nunca fue consolidado, tenía demasiados enemigos y Bosch establecía siempre una contradicción: no creía en el partido, no lo quería apuntalar”.
Refiere que un diputado venezolano apellido Vargas “vino a organizar las hermandades campesinas y Bosch no estuvo totalmente de acuerdo. Se hizo, pero no se desarrolló como en Venezuela”.
Asegura que la principal discordancia del mandatario fue su negativa a la movilización de las masas en su apoyo. “Veíamos la conspiración constante, Bonillita hablaba como si hubiese sido el Presidente; la Iglesia, los militares, agitaban… Queríamos combatir los mítines de reafirmación cristiana, pero Bosch decía que había que permitirlos”.
Propuso “desarrollar sindicatos y hacerlos aliados del Gobierno”. La idea no fue aceptada. “La mayoría de esos amigos intelectuales de Bosch no quería participar en política, estaban más en escribir. Con Bosch como presidente, América perdía un gran intelectual. Era un idealista, con mucho atraso, era anticomunista, un gran demócrata”.
Manifiesta que el mandatario entró en contradicción con el 14 de Junio, del que se negó a recibir apoyo, y enfatiza la “disminución paulatina de su autoridad”, lo que según él provocó su derrocamiento.
Opina que “fue magnífico como Presidente, respetó la Constitución y las libertades, fue un estadista y su trayectoria por el Gobierno fue excelente. No supo defender a ese Gobierno ni mucho menos mantenerse en el poder”.
“Lo admiré y seguiré admirando como intelectual. Como conductor del proceso para el que el pueblo lo eligió, no estuve de acuerdo con él. Tuvo oportunidad de hacer grandes transformaciones, tenía mayoría en el Congreso, desde el punto de vista legal pudo concitar el apoyo descartando militares y civiles en contradicción y poniendo gente que respondiera a sus principios”.
Concluye: “Y si lo hubiera hecho, esa gran cantidad de acontecimientos negativos no se hubieran producido. No hubiéramos tenido Guerra de Abril, ni gobiernos de Balaguer, ni del PLD. Si estuviera vivo tuviera que decir del PLD, en este momento, lo mismo que me dijo en Puerto Rico del PRD”.