AMABLE ARISTY CASTRO
Cifras de organismos internacionales revelan que el lucrativo, poderoso, peligroso y mortal negocio de las drogas mueve anualmente más de 400 mil millones de dólares a nivel mundial, lo que nos permite tener una idea de cuán grave es el problema y la imperiosa necesidad de que lo enfrentemos. Lo más serio en materia de consumo y venta de drogas narcóticas es el hecho de que dichas sustancias controladas generan en el usuario dependencia permanente, adicción, con lo que al dañar una vida, se logra un mercado, un consumidor cautivo, capaz de todo para satisfacer su terrible vicio.
La República Dominicana, por su condición de isla y con la particularidad de compartir ese espacio de territorio con otra nación, Haití, y por la ubicación geográfica en el corazón mismo del mar Caribe, se ha convertido en puente ideal del narcotráfico en su permanente accionar para trasegar drogas a otras naciones, especialmente hacia los Estados Unidos de América.
En un gobierno reformista, presidido por un líder de la estatura moral e intelectual del doctor Joaquín Balaguer, en el año 1988, se votó una ley, la 50-88 contra las drogas, calificada por muchos como una de las más rigurosas del área. Para esa fecha ocupaba una curul en la Cámara de Diputados y tuve el honor de votar a favor de esa importante legislación antinarcóticos.
Contamos, pues, con el marco legal que permite al país combatir el narcotráfico, pero en la guerra contra ese terrible mal debemos tener muy presente la imperiosa necesidad de marchar aliados, unidos, firmemente unidos, a nuestros socios y amigos norteamericanos, para poder dar la batalla con éxito.
La lucha contra el narcotráfico no es, ni puede ser, una responsabilidad de un organismo, en este caso la Dirección Nacional de Control de Drogas (DNCD), de un gobierno, ni de los gobiernos con los Estados Unidos a la cabeza. Para vencer ese mal hace falta la combinación de políticas públicas y, ante todo, la integración de la sociedad en su conjunto, para poder dar el frente con posibilidades de éxito.
Recordemos que estamos ante un enemigo poderoso, que posee inmensos recursos, que prácticamente lo permea todo, que no repara en el uso de la violencia, el soborno, el secuestro, el chantaje, la mutilación, la tortura, el engaño y en cuantos métodos brutales sean necesarios para lograr colocar en los mercados de consumidores, los adictos, su letal mercancía.
Tenemos que hacer un ferviente llamado a la conciencia nacional y a la solidaridad internacional, para ganarle la guerra al narcotráfico. Contar con una férrea voluntad política, estar decididos a luchar y a vencer, coordinando acciones y cooperando sin reservas con las autoridades de los Estados Unidos, pues son ellas quienes poseen la mayoría de los recursos económicos, tecnológicos, de inteligencia y logísticos que precisamos para esta peligrosa guerra contra las drogas.
En el plano interno, llamamos a la sociedad en su conjunto a unirse para enfrentar seriamente este mal que destruye a la juventud, que resquebraja la moral social, que desgarra familias enteras, que causa la pérdida de vidas humanas útiles a la patria, un mal que crea serias distorsiones a nuestra economía, especialmente a través del lavado de dinero proveniente del narcotráfico.
La estrategia a seguir para enfrentar el narcotráfico tiene que sentarse en las premisas siguientes:
1. Sobre una clara y definida política de alianza con los Estados Unidos, de plena y total cooperación, para enfrentar juntos el mal;
2. de alianza con las otras naciones, productoras, puentes y consumidoras, para en conjunto enfrentar el problema;
3. a lo interno de nuestro país, requerimos una mayor atención de la familia ante la seriedad del mal: que los padres orienten a sus hijos, que ejerzan vigilancia y control sobre ellos, para evitar que sean víctima de los distribuidores de drogas;
4. se impone la integración de toda la sociedad, a dicho combate: la escuela, los clubes culturales, las autoridades, el consejo Nacional de Drogas, la DNCD, en fin, todas las fuerzas vivas de la nación.
Todos unidos contra las drogas, todos unidos contra el narcotráfico, en defensa de nuestra juventud, en defensa de nuestro país, de nuestra región y del mundo.