Navidad, juego y niñez

Navidad, juego y niñez

Tahira Vargas García

La Navidad se convierte en el único momento del año en que muchos niños y niñas tienen acceso a juegos y se piensa en ello. En el caso de los estratos pobres y muy pobres, no existe ese momento ni ese espacio, ellos-as crean sus propios juguetes, construyéndolos muchas veces con residuos sólidos y material de desecho.

El juego es inherente a las distintas etapas de desarrollo por las que atraviesa la población infantil y adolescente, los hallazgos de estudios cualitativos muestran diferentes prácticas y opciones de juego que se presentan tanto en la zona urbana como rural en distintas comunidades y barrios, caracterizadas por juegos al aire libre, visitas a ríos, balnearios, reuniones familiares y con amigos y amigas.

En el juego se visibiliza la inequidad de género y de estratos sociales. Muchas familias imponen restricciones y barreras para el juego a las niñas lo que no ocurre con los niños. Las niñas y adolescentes tienen que asumir tareas domésticas que se priorizan ante el juego y que reducen su tiempo de recreación lo que no ocurre con los niños que están exentos de realizar tareas domésticas y de restricciones de tiempo y espacios. Los juegos tienden a mantener la segregación de género y los patrones sexistas existentes en las familias y en su contexto social.

Las diferencias entre la población infantil de comunidades rurales y urbano-marginales residen en los lugares de juego. En ambos casos los lugares de juego son las calles y caminos, con la diferencia de que en los barrios se juega en las cañadas y callejones. Por esa razón, la población infantil de los barrios está más expuesta a situaciones de riesgos en sus juegos en cañadas que están contaminadas por aguas negras. En las comunidades rurales los riesgos se encuentran en los juegos en canales también contaminados.

La población de niños en situación de calle es la que tiene menos oportunidades para jugar. Sus derechos están violados y tienden a sufrir todo tipo de discriminación y violencia. En esa población los juguetes no existen, y la vida está envuelta en un círculo donde la única actividad posible es la sobrevivencia.

La población infantil, que trabaja tanto en la zona rural como urbano-marginal, mezcla trabajo y juego, con pocos espacios para ello.

Los juguetes de la Navidad son para muchos niños y niñas un momento de tensión e incertidumbre; para otros, la alegría. El acceso al juego y la recreación para la niñez es un derecho al que todos y todas deben tener acceso, garantizarlo es una responsabilidad del Estado, gobiernos locales, padres, madres, escuelas y toda la sociedad.

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