El Trastorno del Espectro Autista (TEA) se configura como una condición del neurodesarrollo, caracterizada por déficits en la reciprocidad social, dificultades en la comunicación verbal y no verbal, así como la presencia de patrones repetitivos y restringidos de conducta, actividades e intereses (Hodges et al., 2020).
Una de las posibles causas del TEA se atribuye a alteraciones genéticas, respaldadas por investigaciones que revelan disparidades en factores como el sexo y la concordancia entre gemelos monocigóticos.
En la fase inicial del estudio se ha adoptado predominantemente una perspectiva dinámica, influenciada por principios psicoanalíticos (Hodges et al., 2020; Jiang et al., 2022; Rylaarsdam & Guemez-Gamboa, 2019; Taylor et al., 2020).
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Psicóloga del Hospital General de la Plaza de la Salud (HGPS)
En los últimos años se ha evidenciado un incremen to en los diagnósticos de TEA en la República Dominicana, generando la necesidad de evaluar los apoyos, recursos, formación y servicios específicos para brindar seguridad a los padres en el cuidado de personas que manifiestan esta condición del neurodesarrollo. Se busca garantizar cobertura a lo largo de todo el ciclo de vida y sus familias.
El TEA representa una población significativa en la República Dominicana, donde la Encuesta Nacional de Hogares de Propósitos Múltiples (Enhogar) de 2013 revela que la población con alguna discapacidad asciende a 1,160,847 personas, representando el 12.3% de la población nacional (Oficina Nacional de Estadística, 2014).
La situación de las familias de personas con Trastorno del Espectro Autista (TEA) en la República Dominicana es objeto de preocupación, y la investigación realizada por Montenegro et al. (2022) destaca la falta de acceso a servicios como un problema significativo para esta población.
El estudio descriptivo, llevado a cabo en varios países de Latinoamérica revela que las principales barreras para la atención en el contexto dominicano son las listas de espera (50,2%), los costos del tratamiento (35,2%) y la escasez de servicios especializados (26,1%). Además, el estigma experimentado por las familias es una problemática frecuente, con un tercio, es decir, 33.33% de ellas reportando sentirse discriminadas e indefensas por tener un hijo con TEA.
Las intervenciones psicoeducativas reducen el estrés

El acceso al servicio psicológico y formación en el manejo emocional y necesidades de los hijos puede ayudar a mejorar su bienestar y reducir el estrés. Una revisión de estudios empíricos evaluó el impacto de la psicoeducación en el estrés parental de padres de niños con TEA en edad escolar.
Los hallazgos indican que las intervenciones psicoeducativas pueden reducir significativamente el estrés parental, mejorando así el bienestar de los padres y la dinámica familiar. (Bravo, 2021).
El acceso al servicio psicológico es fundamental para mejorar el bienestar de estos padres y mitigar el impacto de estos factores en la dinámica familiar. Intervenciones como la psicoeducación, terapias individuales o grupales y redes de apoyo pueden proporcionar estrategias efectivas para afrontar los desafíos asociados a la crianza de un hijo con TEA (López & Ushiñahua, 2021; Fundación Conectea, 2020; Fundación Sin Daño, 2025).
A nivel internacional, estudios han abordado las necesidades de servicios y apoyo familiar. Entre el 24% y el 38% de los cuidadores expresan necesidades insatisfechas de servicios de atención médica, tales como capacitación en habilidades sociales, terapia del habla y lenguaje, intervención conductual y terapia ocupacional para sus hijos.
Entre el 20% y el 24%, presentan necesidades de servicios de apoyo familiar, como cuidado de relevo, terapia para padres/madres, grupos de apoyo para hermanos, consejería, apoyo de cuidado de niños.
Preguntas frecuentes
¿Qué es la aplicación del modelo de Kübler-Ross en padres de hijos con TEA?
El modelo de Kübler-Ross (1969) describe cinco etapas del duelo que pueden aplicarse a la experiencia de los padres al recibir el diagnóstico de Trastorno del Espectro Autista (TEA) en sus hijos. Estas etapas no siempre ocurren en orden lineal y pueden manifestarse de manera cíclica a lo largo de la vida del niño.
¿Qué es la negación?
Al recibir el diagnóstico, muchos padres pueden rechazar la idea o minimizar los síntomas del niño. Pueden creer que es un error médico o que el niño ‘superará’ la condición con el tiempo (Kübler-Ross, 1969). Según estudios de Gray (2002), la negación es una reacción inicial común, ya que el TEA es una condición compleja con una amplia variabilidad en su presentación.
¿Por qué la ira?
La frustración puede dirigirse hacia los médicos, terapeutas o incluso hacia el propio niño. También pueden surgir sentimientos de injusticia o enojo consigo mismos por no haber detectado antes los signos del TEA (Hastings & Taunt, 2002). Esta etapa es especialmente desafiante, ya que la incertidumbre sobre el futuro del niño puede aumentar el malestar emocional.
¿Cuándo inicia la negociación?
En esta fase, los padres buscan tratamientos, terapias o métodos alternativos con la esperanza de “curar” o mejorar la condición del niño (Singer, 2003). Exploran diversas opciones médicas y educativas para una mejor solución, lo que puede generar estrés y ansiedad por sobrecarga.
¿A qué se debe la depresión?
Muchos padres experimentan sensación de agotamiento, tristeza profunda o desesperanza. Según Falk et al. (2014), el duelo por la “pérdida” de la expectativa de un desarrollo típico puede ser abrumador.