No a la venganza

No a la venganza

Y no le compadecerás; vida por vida, ojo por ojo, diente por diente, mano por mano, pie por pie. Deuteronomio 19:21 Reina-Valera 1960 (RVR1960).
Cuenta la Biblia en el libro de Números capítulo 35, versículo 6, que se le dieron seis ciudades a los levitas, que serían de refugio para aquellos homicidas, aquellas personas que habían cometido algún crimen sin intención, sin premeditación, bien sea por error o por accidente. (Números 35:15). Y eso lo hacía para evitar la venganza; Dios quería evitar mayor derramamiento de sangre. A Dios le interesa más la justicia que la venganza.
Sin embargo, para aquel que cometiera un crimen de forma intencional, por odio, por enemistad, por asechanza, lo que decía Dios en el Antiguo Testamento era duro: el vengador de la sangre mataría al homicida cuando lo encontrare. (Números 35:18-21). Mas que por venganza, era por un asunto de justicia.
Ahora, si se levanta un testigo falso contra alguien, se le hará a él, lo que el pensó hacer contra el acusado falsamente. Y de ahí la expresión de que no tengas compasión por ese falso testigo; vida porvida, ojo por ojo, diente por diente, mano por mano, pie por pie.
Sin embargo, Jesucristo fue más claro al exponer el corazón y la justicia de Dioscuando en el Libro de Mateo 5:38-40, dijo: “Oísteis que fue dicho: Ojo por ojo, y diente por diente. Pero yo os digo: No resistáis al que es malo; antes, a cualquiera que te hiera en la mejilla derecha, vuélvele también la otra; y al que quiera ponerte a pleito y quitarte la túnica, déjale también la capa”. El Hijo de Dios estaba hablando de que no se pague mal por mal. Literalmente, cuando le dieron una bofetada siendo apresado por el Sumo Sacerdote, no presentó la otra mejilla, Jesús le respondió: Si he hablado mal, testifica en qué está el mal; y si bien, ¿por qué me golpeas? Anás entonces le envió atado a Caifás, el sumo sacerdote. (Juan 18:22-23). Por qué me golpeas, le preguntó Jesús? Qué injusticia había hecho? Ninguna!
Jesús nos enseña a no usar la venganza, a no pagar con el mal el bien, sino a vencer con el bien el mal; y si hay algún deseo de venganza, hay que dejárselo a Dios. Como dijo el apóstol Pablo: Mía es la venganza, yo pagaré, dice el Señor (Romanos 12:19). Pero no se debe actuar con soberbia o arrogancia, por venganza, sino que Dios quiere enseñarnos a buscar su justicia por encima de todo.

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