No es chatarra. Los actos de corrupción en los gobiernos malversan recursos que debían utilizarse para cubrir necesidades educacionales, de salud, empleos, alimentación y viviendas para los más pobres pero, sin castigos ejemplares, se reciclan.
Las empresas estatales se vendieron o liquidaron, pero casi todos los interesados en adquirirlas hicieron ofertas vergonzosas; sin embargo las dos o tres que todavía tenían ganancias anuales, se vendieron a vuelo de pájaros y aún mantienen envidiables beneficios y a las deficitarias las sepultó el abandono.
Cuando el Partido de la Liberación Dominicana inició sus gobiernos copió el estilo del extinto presidente Balaguer impulsando la construcción de infraestructuras y obras de relumbrón y con ellas las sobrevaluaciones y otras formas de corrupción cuyos procesos judiciales ahora ocupan la atención de la sociedad.
Sería un crimen de lesa patria vilipendiar a Punta Catalina comparándola con una chatarra que se maquilla para venderla engañando a incautos.