En sectores políticos, empresariales y gubernamentales, es común escuchar el término «mecha corta y mecha larga», haciendo referencia a aquellos que manejan la capacidad de dar respuestas estratégicas y bien argumentadas, contrario a aquellos que suelen tomar acciones apresuradas y desbocadas.
Parecería ser que con el fraude o estafa realizado en perjuicio de los beneficiarios del hoy programa Supérate, se trata de pasar un paño tibio mediático usando los medios de comunicación y redes sociales, en el que la gente pierda interés por dicho robo y se concentre en insinuaciones dirigidas que nada tienen que ver con el tema inicial.
Es evidente que se busca desviar la atención de la opinión pública y de la sociedad en lo que realmente importa y con lo que poco o nada se está haciendo, me refiero, de modo reiterativo al fraude, robo o estafa millonario a los beneficiarios del hoy Supérate.
En momentos de crisis la transparencia es la que debe tomar el control, y la continua falta de esta ha provocado en la ciudadanía no creer en las palabras de promesa que por demás son triviales y mal enfocadas de quienes dirigen esos miles de millones de pesos mensuales a través de Supérate.
Recordemos a principio del actual Gobierno como el simple hecho de figurar en un reportaje especial de investigación periodística, este sacó del tren gubernamental a Kinsberly Taveras, sin ni siquiera ella haber agotado el 3% del presupuesto asignado. Algunos lo señalaron como rumor público.
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Sin embargo, en un fraude de más de 400 millones en un corto período de cuatro meses seguidos, hoy ninguno de los funcionarios al frente de Supérate han tomado iniciativa similar a la de Kinsberly, con la que se pueda garantizar una plena libertad y relativa objetividad en la investigación de la PEPCA, que curiosamente con este caso no termina de iniciar, esa es la otra cara de la moneda, la justicia “independiente”.
Ciertamente hay detenidos, pero vaya usted y evalúe quienes son, simples colmaderos o administradores de ventorrillos, que en modo alguno su perfil encaja en un fraude mayúsculo como este por encima de los 400 millones de pesos.
Crece la duda, y es lo que debemos temer, que se busque tapar este abusivo y desmedido fraude en Supérate intentando desviar que puedan estar implicadas personas con el poder supremo de la firma.
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Cada minuto de fama acosta del fraude que le quitó la comida de la boca a más de 100 mil familias nos hace mirar al senado de la República, donde surgió la frase “a Supérate la llegó la gloria” y que parecería ser les cae toda la razón.
Que no se diga más, la sociedad busca y tiene el derecho en que esto sea aclarado, porque la referencia más cercana es el éxito que hasta el 16 de agosto del 2020 llevando el nombre de Solidaridad tenía el capítulo social del Estado, del que se supone, si hoy se llama Supérate, es porque en esa funcional plataforma se esperaba que hubiese continuidad de mejores resultados y no un fraude como el de estos últimos meses.
Hasta una próxima entrega apreciados lectores, y recuerden, no es cuestión de hablar bonito ni ser bonito, tampoco de realizar giras tipo bachillerato en los medios, es ser transparente, sincero y pulcro en el manejo de los recursos públicos, porque de no ser así la única salida será la renuncia. ¿Qué espera?