No es hora de cantar victoria

No es hora de cantar victoria

Julio E. Diaz Sosa

La semana pasada, la Reserva Federal (el Banco Central de los Estados Unidos) expresó en un comunicado su optimismo de que la inflación irá cediendo en los próximos meses. Sin embargo, sus altos funcionarios acotaron que se mantendrán vigilantes cuando los datos inflacionarios y de empleo envíen señales inequívocas de que la inflación está cediendo y se aproxima al rango meta establecido por la Fed del 2%.

Los datos inflacionarios de octubre en los Estados Unidos muestran que el Índice de Precios al Consumidor (IPC) no solo indica una caída generalizada de la inflación, sino que también hay un progreso significativo en la desaceleración de componentes clave de los costos de servicios, como la vivienda. De igual manera, los precios de los energéticos, que en el último año y medio han sido el principal catalizador del alza inflacionaria, han venido cediendo por dos factores fundamentales: 1) la desaceleración de la economía china, que, debido a su tamaño, le quita peso a la demanda de crudo mundial; 2) los conflictos geopolíticos vigentes, como la Guerra en Ucrania y el conflicto en la franja de Gaza, ya han entrado en una etapa de normalización, donde los mercados han aprendido a sobrellevar esas tensiones.

A pesar de las buenas noticias sobre la inflación, muchos bancos de inversión en los Estados Unidos aún mantienen por encima del 50% las probabilidades de que ocurra una recesión leve durante el primer trimestre del 2024, con la excepción de Goldman Sachs, que redujo sus expectativas de que ocurrirá una recesión leve en el 2024 a tan solo un 15%. Este gigante de Wall Street es muy optimista de que se producirá un aterrizaje suave en la economía estadounidense. Desde nuestra óptica, podemos afirmar que una recesión en la economía estadounidense es inminente.

Históricamente, cuando han ocurrido aumentos de tasas de una manera brusca como el escenario actual, la economía estadounidense siempre termina pasando por un ciclo recesivo. El último episodio de esta saga fue hace 40 años, cuando se produjo la recesión de 1981-1982, que también tuvo un componente de choque externo, como el aumento de los precios del crudo en los mercados internacionales. Otro de los aspectos que nos llevan a inferir que habrá una recesión el próximo año es la enorme deuda corporativa imperante en los Estados Unidos y la dificultad que están teniendo dichas compañías para honrar sus compromisos. Por ejemplo, muchos analistas en Wall Street creen que las corporaciones que contrajeron deuda a largo plazo durante el período de tasas bajas protegen al sector privado del aumento de tasas de la actualidad.

Sin embargo, esa apreciación es errónea, ya que los datos están sesgados. Un grupo pequeño de grandes corporaciones, que incluso superan en capitalización a algunos países desarrollados, posee mucho efectivo, como es precisamente el caso de Apple. Por ende, no necesitan endeudarse mucho. De acuerdo con el Wall Street Journal, la tasa de interés efectiva para el 10% superior del S&P 1500 se mantiene hoy por debajo del 2.5%, mientras que para el 50% inferior de las empresas públicas ha aumentado a más del 5.5%. Esto es un claro indicativo de que lo que sucede en Wall Street no es una expresión genuina de lo que sucede en la economía real.

Otro aspecto que nos lleva a concluir que habrá una recesión durante el primer trimestre del próximo año es el comportamiento del consumidor estadounidense. El exceso de ahorro que permeó a los hogares estadounidenses a través de los estímulos monetarios incurridos durante la pandemia se ha ido disipando de una manera mucho más rápida. Por esta razón, la economía estadounidense no entró en la anunciada recesión que tanto se pronosticó para este año 2023. En otro tenor, otro de los componentes que estuvo acelerando la inflación fue el aumento del salario. De acuerdo con el Buró de Estadísticas Laborales (BLS, por sus siglas en inglés), el salario promedio aumentó en un 6.6% en su pico durante el primer trimestre de 2022, pero durante el 2023 ha sufrido una desaceleración considerable. El consumo representa un 70% de la economía estadounidense; el mercado laboral se está enfriando, el salario está cayendo y los ahorros disminuyendo. No hay que tener una bola de cristal para determinar que una recesión en la economía estadounidense está a la vuelta de la esquina.

Contexto de la economía dominicana

En el caso de la economía dominicana, dadas las circunstancias endógenas, el Banco Central de la República Dominicana (BCRD) ha leído muy bien no solo el contexto nacional sino también el internacional. Una muestra de ello fue el aumento de tasas ocurrido en noviembre de 2021, cuatro meses antes que la Fed. La inflación entró dentro del rango meta en julio pasado, con algunos vaivenes propios del escenario internacional y las tensiones geopolíticas. Sin embargo, las autoridades del Banco Central han mantenido bajo el radar el comportamiento de la política fiscal, y para evitar un ciclo recesivo, han flexibilizado su política monetaria. Muchos economistas han criticado la acción del BCRD de disminuir tasas en un contexto internacional totalmente opuesto, pero el contexto interno indica que es lo correcto, y más con lo que se avecina en el horizonte y su impacto en la economía dominicana. Por cada punto porcentual en la caída de la economía estadounidense, se traduce en una caída del 1.8% en la economía dominicana. Las autoridades monetarias van a cuidar el diferencial de tasas con relación a la Fed y van a monitorear de cerca el comportamiento interno y externo para actuar de una manera mesurada. Sin embargo, el objetivo final que debe prevalecer es garantizar el aterrizaje suave de la economía dominicana (inflación dentro del rango meta y crecimiento económico a su potencial).

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